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¿Cómo revivir el mercado interno de automóviles?

Contrario a lo que podría pensarse que ha ocurrido en otros sectores, la COVID-19 no puso sobre la lona el mercado interno de automóviles en México: ya estaba tiritando desde hace mucho tiempo previo a la llegada de la pandemia. Durante el mes de enero de este año, la venta de vehículos ligeros ligó 32 meses a la baja.

En febrero logró un pequeño repunte en su comparación anual (se vendieron 339 unidades más que en 2019), pero apareció el SARS-CoV-2 y volvió a sepultar las esperanzas de una recuperación pronta en la comercialización de automóviles.

En entrevista para Líder Empresarial, Juan Pablo Calderón Patiño, enlace legislativo de la Asociación Mexicana de Distribuidores Automotrices (AMDA), observa que los próximos tres o cuatro años serán débiles para el mercado interno automotriz, estimando una recuperación en el mediano plazo, equiparable a la vista tras el colapso económico de 2008.

En aquella ocasión, en 2008 la industria logró comercializar más de 1 millón de vehículos, sin embargo, tras la eclosión de la crisis de los Lehman Brothers, el mercado cayó a una cifra alrededor de los 754 automóviles ligeros en 2009. No fue sino hasta 2013 que México pudo superar nuevamente el millón de vehículos vendidos, es decir, transcurrió un lustro para alcanzar un nivel previo a la crisis.

Una oportunidad para renovar el parque vehicular

Para alcanzar una recuperación similar, la industria automotriz tendrá que solventar desafíos que involucran al sector público, la iniciativa privada y la sociedad. Juan Pablo Calderón advierte que es necesario una mayor integración entre el gobierno y el sector privado para empujar la renovación del parque vehicular que apunte hacia los automóviles eléctricos e híbridos.

“Tenemos un parque vehicular viejo, que en promedio tiene dieciséis, dieciocho años”, señala, por lo que expresa que México tiene que tomar “acuse de recibo” de programas que en otros países del mismo nivel de desarrollo como Argentina, Brasil o España han rendido frutos.

En este sentido, el especialista sugiere que el gobierno federal podría incentivar la adquisición de vehículos eléctricos a través de mecanismos de deducibilidad fiscal. “En otros países se implementan incentivos fiscales ojo, no préstamos-, pero no veo esfuerzos del Estado mexicano encadenados con el sector privado y la sociedad para impulsar la nueva transición energética en el paradigma de la movilidad”, aduce.

La AMDA también ha abogado ante la Federación el establecimiento de un programa para impulsar la renovación de la flota vehicular dirigido a las mipymes a través de un paquete de acciones que involucre a la banca de desarrollo (mejores tasas, por ejemplo) y al gobierno federal por medio de subsidios.

Autos «chocolate», una piedra en el zapato

Otro aspecto a destacar, refiere Calderón Patiño, es la importación excesiva de autos “chocolate” -vehículos que ingresan ilegalmente al país. “Es un tema muy grave porque es un problema de incertidumbre jurídica, de contaminación ambiental, crimen organizado, etcétera”, esgrime.

La AMDA reveló que en el primer bimestre del año, la importación ilegal de vehículos usados ascendió a 28 mil 803 unidades (14.2% más respecto al primer bimestre de 2019), lo que representa 13.8% del total de ventas de vehículos nuevos que se registraron en el mismo periodo.

Uno de los factores que han motivado el aumento en el ingreso de vehículos “chocolate” es la iniciativa de Baja California enfocada a la regularización de vehículos importados ilegalmente a México al dotarlos de placas y tarjetas de circulación.

Guillermo Rosales Zárate, director general adjunto de la AMDA, llegó a lamentar la postura del gobierno de Baja California y criticó la inacción del gobierno federal ante “la peor crisis económica del sector”.

“La industria automotriz no está en contra de la competencia, siempre y cuando sean vehículos con certidumbre jurídica, respetuosos del medio ambiente y sobre todo que no sean un desafío al patrimonio de familias mexicanas que hacen un esfuerzo por pagarlos en un solo pago”, precisa Juan Pablo.

Prioridad, idear esquemas de chatarrización

Otro elemento por el que aboga el sector es la implementación de un plan de chatarrización en aras de impulsar el mercado interno del país. En 2009, el gobierno federal empujó una iniciativa que invitaba a los consumidores a entregar sus vehículos de más de diez años de antigüedad a cambio de un bono de 15 mil pesos destinado a la compra de un automóvil nuevo perteneciente a alguna de las ensambladoras inscritas al programa.

Calderón Patiño menciona que otro gran desafío es el impulso del crédito automotriz, un elemento que cobra mayor relevancia ante la crisis económica derivada de la pandemia. No obstante, también señala que debe haber leyes que protejan a las instituciones financieras.

“En Estados Unidos, si tú no pagas el vehículo al segundo mes, prácticamente llega una grúa y te levanta el vehículo. En México, quien no paga, puede conducir un proceso de años para recuperar la prenda del vehículo, el cual es costoso e involucra mucho tiempo y desgaste”.

A pesar de lo anterior, pone énfasis en que la cartera vencida en el crédito automotriz es menor frente a otro tipo de créditos. “Estamos alrededor del dos por ciento, muy lejano a las tarjetas de crédito, crédito de nómina, hipotecario, etcétera. La gente se preocupa por pagar sus vehículos”, concluye.

Temor al contagio, ¿incentiva consumo de vehículos?

El estudio “Covid-19 y el consumidor automotriz”, elaborado por Capgemini, reveló que tras la irrupción de la pandemia, los consumidores están inclinándose por la movilidad individual sobre el transporte público y los sistemas de movilidad compartida.

La publicación, realizada a partir de una encuesta hecha a más de 11 mil personas alrededor del mundo, muestra que más de la mitad preferirá un automóvil propio para sus desplazamientos.

En este sentido, 75% de los encuestados manifestó su intención de comprar un vehículo en 2020, siendo su principal motivación el tener un mayor control en la higiene y limpieza del vehículo en el que se mueve; mientras que 68% esgrimió explícitamente que así reduciría las posibilidades de contagio por COVID-19.

«Esto es un área de oportunidad, pero el desafío es cómo resolver la incertidumbre laboral y económica de muchas personas […] las financieras están buscando mecanismos para ser más flexibles en los planteamientos para pagar un vehículo».

La investigación de Capgemini dio a conocer que las personas interesadas en comprar un vehículo desearían un soporte financiero a través de métodos de pago flexible. El consorcio francés cita una encuesta aplicada en Alemania donde 90% de los encuestados que se mostraron reticentes a adquirir un coche consideraría cambiar de opinión si recibe una buena oferta o una experiencia de compra satisfactoria.

“Anteriormente, cuarenta y ocho meses era el pronóstico para pagar un vehículo porque era el plazo óptimo para pagar que establecían las financieras de marca y los bancos, buscando que después de ese periodo el consumidor renovara la unidad. Ahora se están llevando a más de cuarenta y ocho meses para que los consumidores tengan mayor flexibilidad”, concluye el enlace legislativo de la AMDA.

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