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Los cubrebocas serían la clave para evitar nuevas oleadas de COVID-19

Mientras el continente americano, particularmente Latinoamérica, atraviesa los momentos más difíciles por la pandemia por COVID-19, gran parte de Europa empieza a relajar las medidas de confinamiento para dirigirse hacia la recuperación  paulatina de sus actividades económicas y sociales con cautela para prevenir un rebrote del virus SARS-CoV-2.

Alrededor de este escenario, van surgiendo investigaciones y estudios científicos que sugieren las medidas a tomar por los gobiernos para evitar repetir una situación compleja y dura como la que experimentaron algunos de los países del Viejo Continente, como Italia, España, Francia y el Reino Unido principalmente, en la que sus sistemas sanitarios se vieron agobiados e incluso saturados. 

Una de las últimas investigaciones que han generado interés en la comunidad mundial proviene del Reino Unido. Investigadores de las universidades de Cambridge y Norwich publicaron un estudio que revela que el uso generalizado de mascarillas y cubrebocas entre la población podría prevenir la irrupción de una segunda oleada de COVID-19. 

Los especialistas sostienen que los confinamientos por sí solos no son efectivos para evitar un rebrote de la enfermedad vírica, pero si son combinados con la adopción de los cubrebocas por las personas podría reducirse el número reproductivo del virus y aplanar una ola epidémica como la que ha azotado a las naciones europeas y americanas recientemente. 

El jefe del equipo de investigación, el Dr. Richard Stutt, señala que si el uso de mascarillas se generaliza entre la población, aunado a medidas de distanciamiento social y algunos confinamientos, podría ofrecer una manera más “aceptable” de manejar la pandemia y reabrir la economía mucho antes de que exista una vacuna. 

La semana pasada, la Organización Mundial de la Salud sugirió la utilización de los cubrebocas en espacios públicos, preferentemente en el transporte público, donde haya una concentración importante de personas y donde no se pueda mantener la distancia física. Previamente, la OMS recomendó su uso únicamente a personas enfermas o que presentaran síntomas de enfermedad respiratoria. 

El equipo de investigación británico realizó distintos modelos para evaluar el número reproductivo  ( R ) del virus en distintos escenarios. Si R se mantiene por arriba de uno, los científicos advierten que podría derivar en un crecimiento exponencial en la propagación del patógeno.  En ese sentido, el estudio halló que es dos veces más efectivo el uso generalizado de cubrebocas para disminuir el valor de R que si se usan únicamente cuando las personas presentan sintomatología. 

En los modelos planteados, el uso rutinario de mascarillas por el 50 por ciento o más de la población redujo el número reproductivo del SARS-CoV-2 a menos de 1.0 Si la totalidad de la población accede a la adopción de cubrebocas, se evitaría un rebrote en los 18 meses aproximados en los que estaría lista la vacuna, halló la investigación.

El estudio sugiere que incluso el uso de cubrebocas hechos en casa pueden servir para mitigar la transmisión del patógeno al atrapar las partículas emitidas por el usuario. 

John Colvin, de la Universidad de Norwich, explicó la relevancia del uso de mascarillas, señalando que hay una percepción errónea y generalizada de que el uso de cubrebocas es para proteger a su usuario del contagio, cuando en realidad es al revés: es para proteger a los demás: 

“Hay problemas culturales e incluso políticos que pueden detener a la gente del uso de mascarillas, así que el mensaje tiene que ser claro: mi cubrebocas te protege, tu cubrebocas me protege”. 

Diferencias entre Occidente y Oriente

Países asiáticos como Corea del Sur y Japón han adoptado el uso generalizado de mascarillas, uno de los elementos que pueden haber contribuido a un mejor manera de la pandemia en sus territorios.

Este enfoque dista mucho con el observado en países occidentales como Estados Unidos, donde el presidente Donald Trump ha rechazo la idea de implantar el uso de cubrebocas como una orden a su población.

En abril, el republicano señaló que la utilización de máscaras era voluntaria y afirmó que no consideraba su uso, a pesar de que el Centro de Prevención y Control de Enfermedades exhortó a los ciudadanos a usar cubrebocas en lugares públicos como una herramienta para prevenir la infección y propagación de la enfermedad en tanto que un porcentaje de los portadores del virus SARS-CoV-2 son asintomáticos y transmiten el patógeno sin saberlo.

«Queremos nuestro país de regreso. Nosotros no vamos a usar mascarillas para siempre», afirmó el presidente. En Estados Unidos, el debate alrededor del uso de cubrebocas se ha tornado en un asunto político más que sanitario.

El Centro Europeo de Control y Prevención de Enfermedades advirtió que el uso de mascarillas puede incrementar el riesgo de infección debido a una falsa sensación de seguridad que puede llevar a la relajación de otras medidas importantes como el distanciamiento social.

Esta postura ha sido compartida por el subsecretario de Salud Federal de México, Hugo López Gatell, quien ha referido el uso de los cubrebocas como un mecanismo accesorio para prevenir los riesgos de contraer el virus.

No obstante, esta perspectiva choca frontalmente con la observada en otras naciones.

El Dr. Yong Poovorawan, jefe del Centro de Excelencia en Virología Clínica de la Universidad de Chulalongkorn, atribuyó la caída de los números en Asia Oriental a la inclinación de sus habitantes por usar máscaras.

El especialista citó un estudio realizado en China que reveló que los pasajeros que portaron el cubrebocas en un autobús con una persona enferma por COVID-19 mostraron un nivel menor de transmisión que en pasajeros que no usaron protección.

«Usar una máscara facial te protege a ti mismo y a los demás. Por lo tanto, es probable que su uso desempeñe un papel vital en la mitigación de la propagación de la enfermedad», declaró.

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