Icono del sitio Líder Empresarial

¿Cómo interpretar la desaparición del billete de 20 pesos?

Hace un par de semanas, Banco de México dio a conocer el nuevo billete de 500 pesos, el cual ha comenzado a circular ya en nuestro país. En el evento se informó que este billete es el primero de una nueva familia de billetes que entrarán paulatinamente al sistema financiero nacional durante los próximos tres años. Sin embargo, me gustaría utilizar este espacio para hablar sobre dos aspectos que destacaron de manera particular en dicha presentación; la desaparición del billete de 20 pesos y la creación de uno nuevo de 2 mil pesos.

¿Qué significan estos cambios y cómo debemos interpretarlos? 

Antes que nada, hay un par de puntos que creo que deben ser mencionados. El primero de ellos es que a pesar de que el billete de 20 pesos no existirá más en la “nueva familia” de billetes, éste será reemplazado por una moneda del mismo monto, por lo que no se perderá del todo esta denominación en nuestro papel moneda. El segundo punto es que aún no es seguro que el billete de 2 mil pesos finalmente se ponga en circulación, por lo menos no hasta que Banxico determine que sea realmente necesario. Sin embargo, la simple posibilidad de que se emita este nuevo billete nos habla, indudablemente, de una pérdida de valor en nuestra moneda nacional.   

Al hablar de inflación, nos referimos al incremento generalizado en los precios de una determinada canasta de bienes y servicios que, en teoría, es representativa de todos los bienes y servicios ofrecidos en algún sistema económico. En este sentido, la inflación busca ilustrar el comportamiento que tienen todos los precios dentro de una economía, sirviendo como un indicador clave para poder definir la política económica dentro de un país o unión monetaria (como es el caso de la Eurozona).  

Sin embargo, es importante aclarar que la inflación no representa necesariamente una condición negativa de alguna economía, sino que más bien es una consecuencia natural de aquellas economías que se encuentran activas. En términos sencillos una economía activa es el resultado de mayores niveles de consumo e inversión que, derivados de la confianza en los consumidores, logran generar una mayor demanda agregada que consecuentemente impulsa el crecimiento económico. En este sentido es importante entender que, si la cantidad demandada de algún producto aumenta, es natural que el precio también aumente.

De manera intuitiva, el incremento en el precio de este producto podría llegar a afectar los costos de algún tercero, quien tendría que incrementar también sus precios para mantener constante su nivel de utilidad.  Pedro Aspe llegó a ejemplificar a la inflación sencillamente como lo que se vive en un estadio de fútbol cuando los aficionados sentados en las primeras gradas se ponen de pie para ver el juego. Dado que el campo de visión de los aficionados sentados en las segundas gradas se ha visto reducido, no les queda más que ponerse también de pie. Y así sucesivamente…  

De manera similar sucede con los precios en una economía; ya que un incremento en el precio de cualquier producto, reduce después el margen de utilidad de un tercero, quien no tiene otra opción más que incrementar en igual manera sus precios.  

La cuestión no está entonces entre tener o no tener inflación, sino procurar que ésta sea moderada y estable, pues de no tener inflación, ¿qué tendríamos? En la otra cara de la moneda está la deflación, que es el efecto que se da a partir de bajos niveles de confianza, que inhiben el consumo y frenan a la demanda agregada. Finalmente, no existe un crecimiento económico y eventualmente comienza a observarse una caída generalizada en los precios de la economía.  

¿Y el caso de México? 

A raíz de que se le dio total autonomía al Banco de México, la inflación en nuestro país se ha estabilizado en un nivel relativamente moderado, registrando una tasa promedio de 4.20% en los últimos 10 años. Sin embargo, el dato relevante está en la inflación acumulada. De acuerdo con Banxico, la serie actual del billete de mil pesos comenzó a emitirse en noviembre de 2004 y desde entonces la inflación acumulada es de 65.54%. Esto significa que el poder adquisitivo del peso mexicano ha caído un 39.59% desde entonces. En otras palabras, diríamos que con un billete de mil pesos, hoy podemos comprar sólo el 60% de lo que hubiéramos podido comprar en 2004.  

Por otro lado, es necesario tener presente que la inflación se refiere a todo el sistema de precios en la economía. Es decir que así como ha subido el precio de los bienes que compramos, la realidad es que también han subido los pagos al trabajo y al capital, por lo que una caída en el valor de la moneda no necesariamente significa una caída en el nivel de vida de la población.  

Finalmente, hay que resaltar que la decisión sobre un nuevo billete de 2 mil pesos no está definida aún y va a depender de qué tan necesario sea para nuestro sistema financiero. Será sin duda un tema difícil, considerando que el billete de mil pesos no ha logrado aún ganarse la confianza de los consumidores en México, dificultando su circulación. Por otro lado, varios bancos centrales en el mundo han dedicido recortar la emisión de billetes de alta denominación, ya que es visto como una herramienta que facilita las transacciones dentro del crimen organizado y el lavado de dinero.  

Habremos entonces de tomar este anuncio de Banco de México como una respuesta a una cuestión natural de cualquier economía activa, sabiendo que el hecho de tener inflación no necesariamente significa una caída en la calidad de vida de las personas, y que el hecho de que posiblemente se introduzca un nuevo billete de 2 mil pesos tampoco significa que la inflación esperada necesariamente haya aumentado.  

Salir de la versión móvil