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¿Cómo ayudar a un compañero de trabajo que se ve desmotivado?

Estás en la oficina y te sientes cansado. No es para menos: has durado más de seis horas sentado en tu cubículo terminando un proyecto que debía de entregarse ese día. Decides levantarte y caminar alrededor de tu oficina, despejar la mente un rato, conversar momentáneamente con tus colegas para ver en qué andan.

Pero percibes a uno de ellos distraído; ensimismado. Parece que le cuesta trabajo concentrarse, sacar las cosas a tiempo, pero no sabes qué hacer para ayudarlo. Se ve desmotivado. En ese sentido,  Art Markman, profesor de Psicología y Marketing en la Universidad de Austin, Texas, recomienda una serie de acciones y pasos a seguir que pueden ser muy valiosos para tu compañero, para la empresa y para ti mismo.

Que sepa que a alguien le importa.

El primer paso, apunta Markman, es hacerle ver que te has dado cuenta que está descentrado. Que lo has visto frustrado, abstraído, olvidadizo. Si bien el especialista reconoce que es probable que en el momento tu compañero no exteriorice lo que está atravesando, el simple gesto de mostrar interés por su situación tenderá puentes para sostener una conversación en el futuro, lo cual será de su agradecimiento.

Markman señala que la vorágine actual, donde las rutinas laborales están inundadas de mensajes de texto y correos electrónicos, es posible que el personal de trabajo piense que está laborando para una organización fría e inhumana, por lo que un acercamiento como el anteriormente expuesto puede ser realmente motivador para los colaboradores pues demuestra que hay alguien interesado y preocupado por los demás y su desarrollo.

El Síndrome del Impostor y la comparación con el otro.

Markman señala que dos de las grandes desmotivaciones de los empleados es el «Síndrome del Impostor» y la comparación con el otro.  El primero aparece cuando el colaborador siente que ocupa una posición que no le corresponde porque a su juicio no cuenta con las competencias o el talento  necesario, por lo que vive con el temor de que sus compañeros de trabajo descubran que no cumple con los méritos para desempeñarse en ese puesto, explica el profesor.

Lo anterior se ve potenciado por el segundo factor: la comparación con el otro. Aquellos trabajadores que sufren el Síndrome del Impostor tienden a equipararse con otros colaboradores, viendo en ellos capacidades y competencias que él cree que adolece.

El problema con este tipo de comparaciones, subraya Markman, es que tan solo percibes lo que ellos dicen o hacen, pero no lo que piensan o sienten. Por ello, insiste el psicólogo, cobra una relevancia primordial conversar con tu colega que se ve en apuros.

Compartir con él los momentos en los que tú te sentías con el agua al cuello por un proyecto que parecía no tener fin;  recordar los días en los que no te sentiste lo suficientemente productivo en comparación con tus otros compañeros; o aquellas semanas en las que simplemente parecía que nada te salía bien.

El tener una conversación franca y abierta con tu colega, sostiene Markman, le hará ver que no está solo en sus preocupaciones y frustraciones; que es natural que existan días en los que no te sientas fructífero o en los que dudes de tus habilidades y competencias.

Markman señala que lo anterior ayudará a tu compañero a reconocer que sus pensamientos y sentimientos sobre su trabajo no significan que no sea competente para el puesto, que puede resultar normal atravesar por etapas así. Y en segundo lugar, añade el especialista, el intercambio de experiencias y pensamientos hará que te vean alguien con quien pueden acercarse y hablar, alguien de confianza.

Que no quede en vano la conversación

Markman enfatiza en que si tu compañero se abre contigo y comparte los obstáculos que están limitando su motivación en el trabajo, es importante que no se quede en una reunión de quejas y lamentos que no resultará nada beneficioso.

Los resultados de la conversación pueden ser variados. En ocasiones -las menos, indica Markman- pueden llegar a la conclusión de que tu colega  no comparte la visión y misión de la compañía; o que su función no es la adecuada para la firma; o que su trabajo diario no lo motiva. En ese caso, puedes motivar a tu compañero a que reconsidere su situación y busque nuevas oportunidades.

Pero generalmente, dice Markman, la conclusión a la que se llega es que tu compañero sí está comprometido con la empresa, pero sufre problemas para terminar su trabajo. En este sentido, indica el profesor, es recomendable alentarlo a que se marque objetivos a corto plazo que lo lleven a un fin más grande.

«Un proyecto puede parecer tan inabarcable que parece imposible avanzar de manera constante. Pero cualquier contribución al trabajo es resultado de muchas tareas pequeñas bien hechas. Si alguien está paralizado por la enormidad del proyecto puede progresar centrándose en ver lo que se puede hacer esta mañana o esta tarde en lugar de lo que se tiene que hacer en las próximas semanas», explica Markman.

Pero ojo, dice Markman: ten cuidado en no malgastar tu energía o lastimar tu rendimiento laboral tratando de ayudar a los demás.

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