En 2013, Esteban Silva Ochoa tomó la decisión de dejar un trabajo corporativo para entrelazar dos de sus pasiones profundas: el estado de Colima y la cerveza artesanal.
Junto a tres amigos, desarrolló un proyecto que cautivó la atención de 60 inversionistas, quienes depositaron su confianza en la idea. Con ello, se dio pie a la creación de una representante de la identidad y las bondades de una de las joyas mexicanas del Pacífico.
Ocho años después, lo que era un sueño se convirtió en Cervecería de Colima, una de las marcas insignias de la industria artesanal en México —con presencia en Estados Unidos y Europa—.
En entrevista exclusiva con Líder Empresarial, Esteban nos comparte las claves que han posicionado a su empresa como una de las cervezas más aceptadas dentro del mercado artesanal, las bondades que otorga dedicarse a este nicho, así como los retos de un sector que todavía guarda un potencial enorme en México.
Los valores de la claridad y la transparencia
Silva Ochoa refiere que algunas claves del éxito del posicionamiento de Cervecería de Colima radican en tener una claridad permanente en el perfil de cerveza que desarrollan, así como en lo que están comunicando:
“Esto nos ha ayudado a tener una marca muy consistente en lo que hacemos y en lo que decimos. Como lo defino, ‘Nos gusta mucho ser de aquí’ [eslogan de la cervecera]. Nos gusta hacer cervezas que le vayan bien a Colima, que sean fáciles de beber y que representen lo que para nosotros es nuestro estado: esa belleza simple que va en cada una de nuestras botellas y latas”, explica el CEO.
La empresa tiene seis cervezas de línea. Colimita (Lager) y Piedra Lisa (Session IPA) son las mayores exponentes de la marca, al concentrar más del 50% de las ventas y acumular numerosos premios en certámenes nacionales e internacionales.
“Son propuestas muy sólidas dentro del mundo artesanal, muy confiables para aquellas personas que buscan cervezas para sentirse familiarizados”, expone Esteban.
Para aquellos consumidores que han tenido una mayor exposición a las cervezas artesanales destacan Páramo (Pale Ale de estilo americano) y Río de Lumbre (IPA de Costa Oeste). Ticus (Porter) y Cayaco (Lager Tropical) finalizan el portafolio de productos base, dado que la compañía mantiene una línea de temporada que se renueva paulatinamente.
El directivo considera que otro factor decisivo ha sido no escatimar en el producto: si desean tener una cerveza de calidad, deben incorporar insumos del más alto rigor y tener procesos robustos —para que las desviaciones respecto al perfil deseado de la bebida sean las menores posibles—.
“Esto, de cara al consumidor, permite que, al destapar una de nuestras cervezas, sepa qué es lo que va a tomar”, sostiene Esteban.
En el aspecto comercial, un elemento de peso ha sido adoptar una postura agresiva en los mercados donde consideran que la marca tiene mayor potencial (además de Colima), como Ciudad de México, Guadalajara y las zonas turísticas del país.
Si bien están presentes en prácticamente todas las cadenas comerciales, Silva Ochoa menciona que aún hay muchas oportunidades de crecimiento en el Bajío (particularmente en Aguascalientes). Existe un gran margen de maniobra para establecer acuerdos de distribución y así llegar de manera más eficiente tanto a bares como a restaurantes (establecimientos de botella abierta), lugares en donde se fideliza al consumidor.
“Ahí es donde se genera la marca […] Ya después de que te tomaste tu Colimita en el bar o restaurante, vas y después la buscas al supermercado”, ilustra el cervecero.
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Apuntando hacia la recuperación
Dada la importancia de los establecimientos de botella abierta para las cervezas artesanales, la pandemia y los subsecuentes periodos de confinamiento supusieron un duro golpe para la economía del sector.
No obstante, Esteban señala que tanto su empresa como el sector cervecero artesanal han mostrado un avance en los últimos meses que apunta hacia la recuperación.
“Existe un espacio importante por crecer en nuestro país: estamos entre .5 y 1% de participación del mercado [total de cerveza]. Depende de cómo y qué midas, pero es dos o tres veces menos de lo observado en países como Brasil, Chile o Argentina”.
Para ello, la cerveza artesanal debe solventar algunos desafíos. Uno de los más referidos es la carga impositiva, algo contra lo que los productores mexicanos han luchado en los últimos años.
Las casas artesanales pagan en promedio hasta 26 pesos por botella por concepto de Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS). Esta cifra es ostensiblemente superior a las cervezas industriales, que pagan alrededor de dos pesos de impuesto.
En declaraciones para El Economista, Cristina Barba Favá, directora de la Asociación de Cerveceros de México (ACERMEX) manifestó que el esquema impositivo es anacrónico, al no atender las necesidades actuales y condicionar a los cerveceros artesanales a vender un producto caro —cuando debería haber incentivos para comercializar un producto de calidad—.
“Otro reto es la distribución y cómo llevamos la cerveza a los centros de consumo de manera más eficiente […] En México, por 80 años sólo dos grandes empresas distribuían cerveza, a diferencia de Estados Unidos, donde tienen un mercado de distribuidores mucho más desarrollado”, detalla Esteban.
Un desafío más es el escalamiento de las casas productoras; un gran número de estas son empresas pequeñas que todavía no alcanzan el nivel de eficiencia para ser más competitivos.
Aún con estos obstáculos complejos, Esteban desprende un optimismo y un enamoramiento propios de quien vive de su pasión —y todas las bondades que ofrece la cerveza artesanal—.
“El principal diferenciador respecto a la cerveza comercial es que la artesanal es más rica. Usamos mejores ingredientes, hay un tema de mayor cuidado […] Como producto, partimos con unas cualidades sensoriales mucho más robustas que la producción masiva de cerveza”, razona.
El segundo elemento es estratégico. Al ser empresas más pequeñas y más cercanas a los consumidores, son mucho más rápidos en reaccionar. A la par, están en permanente innovación: ajustando recetas, sacando nuevos productos, probando lotes pequeños, escalando la producción, etcétera.
“Esto nos hace un poco más ágiles y reactivos a lo que estamos viendo en el mercado”, finaliza el director de Cervecería de Colima.