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Cerro del Muerto, el vigía de los atardeceres rojos

Aunque no te des cuenta, hay alguien que te mira. En realidad, no es una persona, pero se ha ganado el título de ser “alguien” y no “algo”, porque el Cerro del Muerto es ya un personaje más de la historia de Aguascalientes.

Este pedazo de la Sierra Madre Occidental, incrustado en el paisaje hidrocálido, ha visto transformarse a la ciudad de aquella pequeña y tímida provincia que fue en sus primeros tiempos a la creciente urbe que hoy da cobijo a ciudadanos de tierras más o menos lejanas.

A pesar del macabro origen de su nombre (de lejos parece el cadáver de un hombre boca arriba), no resta un ápice de poesía al atardecer rojo que ha llegado a conquistar los objetivos de National Geographic y que alcanza su máximo esplendor entre los meses de agosto a octubre.

Cada fin de semana es visitado por decenas de deportistas y amantes del ejercicio al aire libre que se dan cita en su “picacho” (los pies del muerto). Algunos se aventuran más allá de “las antenas” para descubrir un maltrecho, pero todavía bello bosque de encino que puebla las partes más altas.

El Cerro del Muerto, que alcanza los 2,440 metros en algunos parajes, no es uno sino varios. En él hay espacio para coyotes, mapaches, pumas, entre otras especies; pero también para intrépidos campistas, los cuales deciden pasar la velada acurrucados entre los matorrales.

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Al monte no siempre se le trata bien. En riesgo constante de incendios forestales, el mayo de 2008 logró ser declarado área natural protegida con la categoría de Monumento Nacional, un paso más en pos de su conservación, que lo ha ayudado a seguir siendo un emblema del paisaje, la historia y, por supuesto, la cultura de Aguascalientes.

Tradiciones que nacen

Con ese nombre, era de esperar que pasara a formar parte del folclor del Festival de las Calaveras, el cual se lleva a cabo con motivo de la celebración del Día de Muertos.

La actividad “Ilumínale los pies al muerto” no puede ser más bella: una caminata nocturna con lámparas en el cerro que puede contemplarse desde la propia ciudad. Esto, sin lugar a dudas, le da un toque aún más místico al montículo vigía de Aguascalientes.

Las leyendas entre sus rocas

El Cerro del Muerto no se entiende sin sus leyendas, las cuales hablan de hombres gigantes, guerras y pasadizos secretos. Según el Archivo Histórico Municipal, estos relatos se remontan a tiempos en los que los Chichimecas, Chalcas y Nahuatlacas habitaban la región.

Cada uno de los tres pueblos, los cuales convivían de manera pacífica, estaba representado por su sacerdote. Los tres religiosos compartían una curiosa particularidad: todos ellos eran altos y fornidos, una especie de gigantes imponentes.

Un día, tras una reunión, el sacerdote chichimeca decidió bañarse en uno de los charcos de aguas calientes, que se creía que los Chalcas habían sembrado. Se metió en el agua y desapareció ante el estupor de sus seguidores, quienes culparon al grupo rival de haberlo secuestrado.

Esto originó una cruenta guerra entre los dos pueblos, de la que los Nahuatlacas se desentendieron. En el fulgor de una de las batallas, apareció el monje perdido, quien fue atravesado por una flecha que no acabó con su vida al instante. El enorme individuo trató de huir dejando un rastro de sangre a su paso antes de caer y sepultar al pueblo chichimeca, acción que dio lugar al cerro con forma de hombre muerto tal y como se le conoce hoy.

Esta leyenda originó una nueva. En la actualidad, todavía se cree que existen pasadizos y socavones misteriosos en las entrañas del monte, aunque su existencia aparece más en cuentos que en textos históricos.

Esto no ha impedido que el misterio sobre este lugar siga creciendo adornado con historias sobre hombrecillos de ojos brillantes –los antiguos chichimecas– o de tesoros escondidos dentro de los oscuros túneles.

Lo cual nos lleva a otro personaje que, si bien existió, no se ha librado de la fábula al evocar su figura: Juan Chávez. ¿Se encuentra ahí el tesoro del famoso bandolero? Solo el atardecer rojo y el Cerro del Muerto podrían contestar a esta pregunta, pero seguramente nunca lo van a hacer.

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