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Catástrofe, migración y refugio

El Siglo XXI será el Siglo de las Migraciones masivas del Sur al Norte, en todo el mundo. No es posible celebrar una globalización que le de libertad de movimiento a las cosas y se lo niega a las personas. La libertad del inmigrante propondrá uno de los grandes temas de nuestra época y la respuesta de las economías desarrolladas del norte hablará bien o mal del humanismo del Occidente.

– Carlos Fuentes

Se sabe que el desplazamiento de las personas de un lugar a otro con el propósito de establecer una nueva residencia, obedece, generalmente, al interés por alcanzar un mejor nivel de bienestar. Hoy vemos sirios huyendo de la guerra y buscando afanosamente los países europeos, particularmente los de mayores rentas. Efectivos africanos, con hambre y esperanzas, que se hacen a la mar mediterráneo buscando alguna costa que los pueda acoger a ellos y sus familias; ni hablar de los centro americanos, mexicanos y de otras latitudes intentando ingresar a la Unión Americana.  

En México, los  estudios recientes  sobre los movimientos migratorios, han venido abordado distintos enfoques, como son: lugar de nacimiento (captando a la población total) y lugar de residencia 5 años atrás (que alude a la población de 5 y más años de edad), aporta datos valiosos para entender los cambios sociales y económicos que se dan en los lugares de origen y destino de los migrantes en un periodo determinado.

Asimismo, se aprecia cómo este fenómeno es uno de los factores que afectan la dinámica de crecimiento y la composición por sexo y edad de la población. La información censal ofrece datos que permiten clasificar a los migrantes en municipales, estatales e internacionales. También, eventualmente se incluye información respecto de las principales causas por las que se dan las migraciones, como es el caso de los refugiados ambientales.

La magnitud de la migración, que muestra los cambios de residencia de los habitantes en una entidad, según su lugar de nacimiento y según su residencia 5 años atrás, nos permitió conocer por ejemplo en Aguascalientes que el  19.5 % de la población residente en el año 1990 era nativa de otra entidad o de otro país. Prácticamente uno de cada cinco habitantes.

En el censo de 1990 la pregunta de dónde vivía hace cinco años (o sea en 1985) uno de cada tres de los no originarios del estado afirmaron que habían tenido su residencia habitual en el Distrito Federal, así como casi uno de cada diez afirmó que venía del estado de México; ambas zonas afectadas hace 30 años por movimientos telúricos, que hicieron cimbrar a la zona metropolitana de la capital mexicana.  

La desconcentración de instituciones de la capital hacia sedes en provincia, propició que el INEGI,  creado en enero de 1983, se mudara a Aguascalientes en 1985.

Prácticamente el 42 por ciento de los inmigrados a Aguascalientes, detectados por el Censo de Población y Vivienda de 1990  provenía de la zona afectada por los sismos de 1985.

Hay quienes se van y quienes llegan. De la suma resta, se obtiene el saldo neto migratorio. Es interesante observar que son las entidades aledañas a Aguascalientes (Jalisco y Zacatecas) las que en conjunto absorbían poco más de la tercera parte de la población aguascalentense que emigraba dentro del país. Siguiéndole en importancia, el Distrito Federal, Guanajuato y el estado de México.

Con la inmigración ha sido diferente. En el año 2000, radicaban en la entidad 21.2% de inmigrantes de 5 y más años de edad, que hacía cinco años vivían en el Distrito Federal, cifra menor en 12.1 puntos porcentuales respecto de 1985 (33.3 por ciento). Luego entonces, muchos llegaron dada la emergencia, pero no todos se quedaron. Otros estados con representatividad son Jalisco y Zacatecas, que aportaban en conjunto un poco más de 30% de la población inmigrante, dato similar a los registrados 10 años atrás y 10 años adelante.

Tanto en el XI como en el XII Censos se encontró un saldo neto migratorio favorable para Aguascalientes en relación con el resto de las entidades del país (llegaron más de los que se fueron a otros estados) Saldo que siempre perdemos cuando le aplicamos la migración internacional porque ahí sí que aportamos más emigrantes al mundo que los inmigrantes que recibimos de otras latitudes.

En 1990 vivían 619 mil 401 habitantes mayores de 5 años en Aguascalientes. 133 mil 711 eran originarios de otras entidades y 1,722 pertenecían a otros países. Más de 50 mil personas eran provenientes del Distrito Federal o del Estado de México, particularmente de las zonas conurbadas de la capital del país.

En este estado se  recibieron al menos 17, 170 personas originarias del DF  y del EDOMEX que, teniendo su residencia en esas entidades en 1985 se mudaron a Aguascalientes de tal forma que pueden ser consideradas como refugiados por el Sismo de septiembre. Se trata de una población superior a la que actualmente cuenta el municipio de Cosío de la entidad hidrocálida. La ciudad de México tuvo un descenso drástico en su población entre 1980 y 1990, bajó de 8 millones 831 mil 079 a 8 millones 235 mil 744, descendió cerca de 600 mil habitantes. De haberse distribuido homogéneamente en el territorio nacional el éxodo capitalino, a Aguascalientes le hubieran correspondido 6 mil personas, pero en 1990 de los 123 mil 880 mayores de 5 años, originarios de otras entidades, 52 mil 030 eran oriundos del Distrito Federal y del Estado de México.

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