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Carlos Castañeda: La muerte le sienta bien

Antes de que él naciera, su madre, Lidia, se iba a pintar al campo todos los domingos; también lo hacía en su casa, por lo que no es extraño que uno de los principales recuerdos que tiene de su infancia sea la cantidad de obras que había a su alrededor.

Es Carlos Castañeda, un grabador aguascalentense que ha logrado traspasar fronteras gracias a sus creaciones y a la construcción de una carrera que comenzó a gestarse desde que hojeaba los libros de historia del arte cuando era niño.

Su vocación quedó sellada en la adolescencia, cuando tomó un curso de pintura con el maestro Sergio Zamarripa. “Ahí me di cuenta de que me encantaba la pintura y que sí me gustaba mucho el mundo del arte”, señala.

Cuando llegó la hora de elegir una carrera profesional, se decantó por la Arquitectura, sin embargo, el destino le tenía preparado un camino distinto, dado que no fue admitido, y aunque tuvo la posibilidad de ingresar a Diseño gráfico, optó por probar suerte en Guanajuato, donde reafirmó su interés por las Artes Plásticas.

A su retorno a tierras hidrocálidas, y estando trabajando como gerente en una tienda de ropa denominada “Pipol”, a la que debe el mote con el que cariñosamente se dirigen a él familiares y amigos, el Instituto Cultural de Aguascalientes (ICA) abrió la licenciatura en Artes Visuales, a la que ingresó graduándose como alumno de la segunda generación, lo que cambió su vida.

Te fueras a dedicar al arte o no, o fueras a ser artista o no, se te estaba formando un ojo más crítico, que no había antes”, refiere Carlos. Y si bien ingresó a la carrera por la pintura, el hecho es que quedó encantado por la fotografía y el grabado, siendo a este último al que se dedicaría.

Su interés por la muerte: “Fértil y bella”

Carlos Castañeda confiesa que siempre le ha interesado la temática de la muerte, lo que atribuye a que en su hogar -y por su abuela- siempre se vivieron tradiciones como el Día de Muertos, de donde quizá se desprende su fascinación con las calaveras, además de que siempre ha tenido un particular gusto por el blanco y el negro.

“Comencé fotografiando cadáveres y empecé a hacer grabados y fotograbados: comencé a mezclar. Me interesaba la foto fiel, pero llevada al papel, impresa, para poder hacer una reproducción existen los procesos y es lo que comencé a hacer”, refiere.

De hecho, cuando cursaba el octavo semestre ganó el Concurso Nacional de Grabado “José Guadalupe Posada”, cuyo premio principal consistía en una prensa, lo que interpretó como la clara señal de que tenía que abocarse al grabado. Un año después fue premiado en la Bienal Nacional de Dibujo y Estampa “Diego Rivera” en Guanajuato; también ha sido galardonado en la 2a. y 5ª Bienal Nacional de Artes Gráficas de Shinzaburo Takeda en Oaxaca.

Ha sido seleccionado en varias ediciones del Encuentro Nacional de Arte Joven en México, así como en la V Bienal Iberoamericana de Obra Gráfica en Cáceres, España, y en la V Bienal Internacional de Gráfica Acqui Terme, Italia, con mención honorífica en las dos últimas. Ha participado en más de veinte exposiciones colectivas en Italia, Cuba, Estados Unidos, España y México. Cuenta con más de quince individuales en Estados Unidos, Francia, España y México.  Recientemente fue premiado en el XII Concurso Internacional de Arte Gráfico “Jesús Núñez”, Accésit, con una beca de formación.

Como parte de su trayectoria se ha desempeñado en el Museo Escárcega, donde tuvo la oportunidad de colaborar con maestros como Rafael Zepeda y Octavio Bajonero; asimismo, dirigió el Museo de Arte Contemporáneo de Aguascalientes (MAC 8) y actualmente es el titular del Museo José Guadalupe Posada.  También llegó a impartir clase de grabado en la UAA, y ha fungido como jurado del Encuentro Nacional de Arte Joven.

Su trabajo puede dividirse en series: la primera “Cadáveres”, que consistía en imágenes visualmente impactantes, que mostraban su interés por el cuerpo relajado y tendido, una fuerza estética que a él le atraía. Gracias a ésta tuvo la fortuna de obtener una beca del FONCA.

“Al final de esa beca hice una pieza en honor a Posada, ‘Fértil y bella’, que es un cráneo con flores; de un lado tiene flor de lis, que es la europea, y del otro lado tiene flores de cempasúchil y hojas de tamal. Esa pieza la disfruté muchísimo porque la hice con las mismas técnicas y con el ritmo que traía de trabajo constante”, señala, además de recordar con la misma emoción la elaboración de “Calavera chicahual”.

“Fueron piezas que hice en dos días; disfruté mucho hacerlas, fue muy rápido, todo funcionó, todo salió, y es donde existe la magia del arte: en el momento de crear una pieza, donde nada importa más que el momento de la creación”, comenta.

Después de “Cadáveres” y “Calaveras” llegó “Siervas”. De esta serie, que presentó en el Museo Felguérez el año pasado, “me interesaba la expresión de dolor y de gozo al mismo tiempo”, refiere Castañeda, quien sigue creando y espera continuar haciéndolo en el futuro, lo que combina con el reto que implica dirigir el museo dedicado a uno de los grandes íconos del grabado como es José Guadalupe Posada.

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