Enfrentar un diagnóstico de cáncer de mama puede desatar una tormenta emocional abrumadora. Sin embargo, la esperanza y el apoyo mutuo pueden ser un faro en medio de la tempestad. En este sentido Gaby Castro y Marina Tavizón, inspiradas en su propia lucha contra el cáncer de mama, formaron la fundación Gamma, un grupo de apoyo para mujeres que han enfrentado o están atravesando por la misma experiencia, a quienes cariñosamente llaman «ahijadas». Todo esto se hace realidad gracias a la generosidad y apoyo de “padrinos” o “madrinas”, individuos y empresas que optan por contribuir con donaciones para dicha causa.
En vísperas del Día mundial del cáncer de mama, Líder Empresarial conversó con cinco sobrevivientes que enfrentaron al cáncer de mama con apoyo de Gamma: Ramona Macías Medina, Sara Molina Nuño, Yola Soria, Lucila Sánchez y Gaby Castro. Ellas nos cuentan un poco sobre su experiencia y dejan ver que, como reza el adagio popular, “la esperanza muere al último”
Ramona
Ramona nos cuenta que fue reacia a aceptar su diagnóstico, compartiendo que, a pesar de reconocer una anomalía en su pecho, «no lo quería aceptar» e incluso al hablar con especialistas, la negación era potente.
La introducción a la Fundación Gamma le trajo un salvavidas inesperado. Habla con gratitud palpable sobre la organización, afirmando que son “personas que ayudan en todo” y que ha encontrado no solo apoyo, sino una oportunidad para dar también:
“son personas que ayudan en todo, bendito sea dios, me han ayudado en mucho, yo apadrino y me han apadrinado, es muy hermoso”, menciona
Para aquellas mujeres recién diagnosticadas, Ramona les aconseja ser optimistas y sugiere firmemente, «nunca estar pensando en la enfermedad».
Sara
Sara, por su parte, comparte que no creyó verdaderamente en su diagnóstico hasta que el impactante momento de la pérdida de cabello se hizo realidad. Su fortaleza surgió a través de la aceptación de su situación y el apoyo invaluable de su familia.
La Fundación Gamma le brindó un espacio para compartir y comprender su experiencia, ofreciendo talleres y una comunidad que le ayudó a abrir sus horizontes:
“Conocí la Fundación Gama por otra personita que también tiene cáncer […] este grupo me ha servido muchísimo porque a pesar de que tengo el apoyo de mi familia necesitaba a alguien que tuviera el mismo problema que yo […] platicar mi historia y a conocer más gente para no tener miedo, ir a estos talleres que hacen de tanatología, donde cada quien da su experiencia, me ha ayudado a ser un poco más abierta”, asevera.
A otras mujeres, Sara les dice con sinceridad que, aunque “es difícil y da miedo, temor… todo se puede”, instando a la proactividad en pruebas y tratamientos y a confiar en el soporte familiar y en la fe.
Yola
Para Yola, el diagnóstico de cáncer de mama fue un momento de shock que la llevó a cuestionarse el propósito detrás del sufrimiento. Aunque se vio envuelta en un torbellino de emociones, Yola encontró paz a través de su fe y la confianza en sus médicos.
Su viaje a través del tratamiento fue una amalgama de tranquilidad y apoyo incondicional por parte de su familia y amigos. Fue la recomendación de una conocida que la conectó con la Fundación Gama, donde encontró un espacio de apoyo emocional y camaradería, crucial durante su tratamiento.
“Hay que estar explorándose, porque una detención a tiempo puede hacer la diferencia, te puede salvar de muchas situaciones […] para las que están en ese proceso recuerden siempre: si tienes buena actitud, si te sientes en paz, si tienes apoyos emocionales, eso va a ser suficiente para salir adelante, y si no tienes ningún apoyo, porque a veces pasa, acércate con las personas que están pasando por tu mismo proceso y verás que esa red de apoyo se hace la diferencia”, recomienda Yola a las mujeres que enfrenten un diagnóstico de cáncer de mama.
Lucila
Lucila se ha enfrentado al cáncer en dos ocasiones separadas por cuatro décadas. Habla de la importancia de “confiar en Dios” y apreciarse a sí misma para poder permanecer fuerte.
“Soy sobreviviente de cáncer por segunda ocasión, a mí me dio hace 40 años […] claro que da mucho miedo, da angustia, se le viene a una el mundo encima, es lógico, pero tenemos que confiar en dios, quererse mucho a una misma y tomar en cuenta a la familia que es lanos ayuda a mantenernos vivas”, asegura.
El contacto con Gamma le ofreció una ruta de actuación cuando se sentía particularmente perdida y la oportunidad de compartir con otras en situaciones similares.
Para Lucila, su camino a través de los tratamientos fue «un sueño» y sus palabras para otras que están empezando esta batalla son: “no les dé susto aferrarse a su familia y de la fuerza que ellas tengan para quererse y seguir viviendo”.
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Gaby
Por su parte Gaby, cofundadora de Gama, recuerda cómo la asechaban el miedo y la preocupación, especialmente por sus hijos. Gaby se sumergió en una maraña de emociones que oscilaban entre el terror y la confusión. Sin embargo, convertir esa experiencia personal en un compromiso con otras mujeres en situaciones similares se transformó en una fuente de sanación y aprendizaje. La comunidad Gama, que surgió de un lugar de fortuna y gratitud por el apoyo recibido durante su propio tratamiento, se ha convertido en un espacio de seguridad para las mujeres que también enfrentan a este diagnóstico.
“Compartir nuestras experiencias es sanador, cuando expresas tu proceso alivias esas heridas que te deja el cáncer, al escuchar a otras mujeres aprendes también, mujeres que están viviendo lo mismo que tú y tal vez lo están enfrentando y afrontando de otra forma resulta en crecimiento para todas. Eso es lo bonito de nuestra asociación Gama, que hemos logrado encontrar justamente este equilibrio entre aprendizaje y acompañamiento”, comenta conmovida.
La fuerza de la comunidad
La experiencia compartida de estas mujeres enfatiza el papel inmenso que la Fundación Gamma ha jugado en sus vidas, proporcionando no solo un apoyo tangible, sino también un espacio para compartir, aprender y crecer a través de la adversidad del cáncer. El mensaje recurrente en sus testimonios es claro: ante un diagnóstico de cáncer, la fortaleza se puede encontrar en el apoyo mutuo, en el amor propio y en la comunidad, y aunque el camino puede ser increíblemente duro, avanzar con optimismo y apoyo puede ser el escudo que necesitan en su lucha.