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BRUNELLO DI MONTALCINO

El rey de la uva Sangiovese nace en Montalcino, donde siempre se ha llamado Brunello y por lo cual toma el nombre del famoso vino. En esta  antigua zona donde los viñedos están dispuestos de modo ordenado y elegante, en medio de colinas y donde se levanta la ciudad medieval de nombre Montalcino, nacen vinos de gran prestigio que se han convertido en símbolos de la enología italiana. Es en esta cálida tierra toscana es donde se encuentra la cuna del gran Brunello de Montalcino.

Las viñas entorno al pueblo de Montalcino siempre han producido vino pero no es sino hasta el 1800, gracias a la intuición de Clemente Santi, el farmaceútico del pueblo al que siempre le había gustado la viticultura, que nace el Brunello. Fue el primero en creer en la vinificación del Sangiovese Grosso  en pureza. Sabía que el suelo de la zona era particularmente adapto para producir vinos de estructura y dotados de gran elegancia y que tendrían la capacidad de desafiar décadas de envejecimiento.

En 1865 el mundo se da cuenta de su obra maestra y fue entonces creada la denominación Brunello di Montalcino para protegerse y disciplinar la producción. Pero debieron de pasar años antes de que el Brunello fuera reconocido como un vino de culto, ya que sólo en los años 90’s del siglo pasado gracias a importantes inversiones de parte de la familias americanas llegó el éxito.

La cepa con la que viene producido es la Sangiovese, pero en lo específico se usa el clon local Sangiovese Grosso (grueso), llamado así por el espesor de la piel de la uva y es por eso que la maceración con los hollejos es larga, por lo general no menos de 20-30 días, para extraer los taninos, colores y polifenoles que serán esculpidos por el tiempo en barricas de roble, donde el vino reposa por al menos 2 años y 5 años los Reserva según la legislación italiana.

Rojo rubí intenso con tendencia al granate, o quizá ya maravillosamente granate después de largos años  de afinamiento, dotado de gran consistencia, el Brunello de Montalcino regala un bouquet maravilloso, con aromas de sotobosque, confituras de frutos rojos, pimienta negra y canela, así como regaliz. En boca se mueve elegantemente, es estructurado y sin duda uno de los vinos más refinados del mundo.

Según los expertos la mejor receta para un Brunello perfecto es muy simple: bajo rendimiento por racimo, vendimia de las mejores uvas: perfectamente maduras y luego un largo y dulce afinamiento.

El Brunello es un vino para aquellos que saben esperar, ya que se necesitan años para que todo su potencial se pueda desarrollar: los taninos y la acidez se deben refinar, mezclarse para crear una trama mágica de aromas que se vuelven cada vez más etéreos.

Ya sea que uno decida beber un Brunello como vino de meditación o maridarlo con alguna buena comida, este vino merece ser servido en una copa amplia y dejarlo oxigenarse en la misma con calma. La temperatura de servicio es de 18-20 C°  e igual que su proceso de producción que requiere paciencia, el Brunello de Montalcino es un vino que se tiene que degustar poco a poco, para disfrutarlo y experimentar las mejores sensaciones que sólo un buen vino nos regala.

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