Naturalmente, la pandemia por COVID-19 ha causado estragos en la salud mental de la población . El miedo a ser contagiado y contagiar a seres queridos, la incertidumbre provocada por la crisis económica, la falta de claridad de cuándo terminará la contingencia sanitaria, la ruptura con la cotidianeidad anterior a la aparición del virus…
Como no podía ser de otra manera, las afectaciones psicológicas han sido trasladadas al mundo laboral. Un estudio elaborado por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) en conjunto con IPSOS, reveló que la ansiedad, estrés y el sentimiento de soledad han aumentado entre los trabajadores a nivel global durante la pandemia.
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“Más de la mitad de los adultos que trabajan experimentaron ansiedad relacionada con su seguridad laboral y estrés debido a cambios en sus patrones de trabajo”, suscribe el documento publicado recientemente, que agrega que los resultados esclarecen el impacto del COVID-19 más allá de la salud física, llegando a la salud mental de los trabajadores.
Algunas de las conclusiones arrojadas por la encuesta son:
- El 56% de los trabajadores registró una mayor ansiedad alrededor de su seguridad laboral (miedo a perder el trabajo).
- El 55% reportó un mayor estrés por los cambios en las rutinas laborales y en la organización.
- El 50% halló dificultades para hallar un balance entre la vida laboral y personal.
- El 49% experimentó un sentimiento de soledad y aislamiento por trabajar remotamente.
- El 46% notó una disminución en su productividad. El 46% tuvo problemas en sacar el trabajo debido a la falta de equipo o condiciones para trabajar desde casa.
- El 45% experimentó estrés debido a situaciones familiares.
- El 44% tuvo que trabajar fuera de horario laboral.
Cabe señalar que los resultados varían geográficamente. Por ejemplo, en Turquía, hasta el 75% de los trabajadores manifestó experimentar algún grado mayor de soledad debido al trabajo remoto, por 24% en Japón, la cifra más baja. En México, el 44% señaló padecer este problema, el segundo país latinoamericano con la incidencia más baja (únicamente debajo de Colombia, 43%).
Otro hallazgo del estudio reveló que las personas menores de 35 años, dueños de negocios, tomadores de decisiones, trabajadores de bajos ingresos y mujeres fueron los más propensos a reportar efectos negativos sobre su bienestar.
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El costo económico de las afectaciones mentales por la pandemia
Un trabajo conjunto elaborado por el WEF y la Universidad de Sydney arrojó que es altamente probable que la pandemia por COVID-19 deje como herencia afectaciones importantes en la salud mental. Ambos organismos han explorado cómo las crisis económicas pasadas han provocado una cicatriz psicológica en la salud de las personas jóvenes. No obstante, sostienen que con las correctas intervenciones e inversiones el efecto puede ser mitigado.
«El costo acumulado proyectado de la pérdida de productividad asociada con la angustia psicológica, las hospitalizaciones y el suicidio durante el período 2020-2025 se estima en $ 114 mil millones de dólares«, refieren los especialistas del estudio.
Las dos instituciones dicen que existe la oportunidad de reducir esos costos, con acciones específicas. De las intervenciones simuladas, los programas de empleo fueron la estrategia más eficaz para mitigar los impactos adversos en la salud mental.