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ANAN, la sinestesia que reside en la música

ANAN

ANAN es el proyecto solista de Natalia Gómez, artista escénica, cantante y músico nacida en Aguascalientes. Es egresada de la School of Visual Theater en Israel y del Colegio de Danza Contemporánea CENADAC. Su obra abarca distintas disciplinas, desde la música y la danza, hasta el performance y la actuación en teatro y cine.

Los elementos sonoros que distinguen la música de ANAN son la voz y los sintetizadores, aunque se caracteriza por adaptarse a las particularidades de cada proyecto. Fue durante su estancia en Israel cuando encontró el espacio, la gente y los instrumentos que hoy en día nutren sus procesos creativos:

“Cuando  empecé a hacer música estaba en Jerusalén y había un estudio podíamos usar. Tenían un programa para editar, una computadora, teclados[…] Empecé a usar mi voz y lo que había a la mano. Poco a poco me interesé por los programas de edición”, le cuenta Natalia a Líder Empresarial.

La School of Visual Theater en Israel fue fundamental para la carrera y la plasticidad que caracterizan a ANAN, pues su carácter multidisciplinario imprimió una fuerte influencia en su desarrollo.

“Algo muy peculiar de esa escuela es que es muy ecléctica. Tú eliges tu currícula según tus intereses. Digamos que te graduas casi con el nombre que tú quieras. Esa posibilidad de tener a disposición tantos elementos, no solamente musicales sino también no musicales (performáticos, visuales, de literatura) me abría mucho el panorama para pensar en las disciplinas como medios artísticos y no como fines”.

Otro rasgo particular de ANAN es su incursión en la música para cine, la cual comenzó a partir de su actuación en Los años azules, el primer largometraje de Sofía Gómez:

“Realmente yo llegué a la música para cine porque actué en la película Los años azules y una de las intenciones de Sofía era integrar música original de proyectos emergentes. Ella sabía que yo estaba haciendo cositas y me pidió música; escogió tres canciones y quedaron como parte del soundtrack[…] De ahí se abrió la Caja de Pandora y me invitaron a más proyectos de danza y cine”.

A partir de su involucramiento en proyectos de otras disciplinas artísticas, la música de ANAN cambió: 

“Siento que se ha modificado mucho la manera en cómo concibo mis propias composiciones. Me ha dado más libertad para pensar la música como estímulos sonoros y no tanto como una estructura de verso, coro, verso[…] El cine me ha ayudado a pensar más la sensación que quiero generar o cómo darle vida a uno que otro personaje dentro de mí, a partir de ciertas sonoridades, de ciertos instrumentos”.

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Su proyecto se une a la ola de música electrónica experimental que lleva tiempo afincada en México. Estas influencias, junto con lo aprendido en Israel, dan forma a su manera de cantar y de hacer música.

“Hay una cultura muy fuerte de música electrónica, ambiental y experimental en México. Sobre todo en Guadalajara y CDMX. Hay muchos proyectos mexicanos que me rompen la cabeza y que me inspiran un montón, como Descartes a Kant, Amor y muere, o Miguel Mesa[…] Irme a Israel también me ayudó un montón, sobre todo en ciertas formas armónicas de pensar”, comparte.

La música de ANAN destaca en la escena, según las palabras de Natalia, por su capacidad camaleónica, corporal y multidisciplinaria:

“Esa multiplicidad de seres, esa cosa camaleónica, cualidad que cultivo y que procuro. No pienso en la música sólo como música, sino como una experiencia que puede incluir tantas cosas como podemos imaginar: desde comida, memoria, gestos, movimiento[…] La música es algo escénico, porque yo no estudié música, sino danza y teatro. Creo que eso me caracteriza, mi acercamiento es sinestésico”.

Actualmente Natalia participa en el soundtrack del segundo largo de Sofía Gómez y en un cortometraje de Felix Klee; también trabaja en la salida de un EP audiovisual con la colaboración del productor de Gerry Rosado y otros artistas a quienes Natalia admira mucho. 

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