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Ana Romero de Andrea

A sus 83 años, Ana Romero de Andrea, conocida por muchas personas como Anita Andrea, afirma que su principal proyecto de vida es seguir aprendiendo. Desde pequeña se apropió del aprendizaje como motor de motivación para desarrollarse como persona y profesionista, aunque refiere que esa pasión surgió gracias a los grandes maestros de vida que tuvo a su alrededor.

Cuando recién cumplió 15 años, la empresaria comenzó su vida profesional como intérprete en el Hotel Francia, trabajando para Maximina de Andrea, quien poco después se convertiría en su suegra y, además, en su mejor mentora: “La señora Maximina me hizo enamorarme del sector de la hotelería y banquetes, por lo que dejé de ser solo intérprete para comenzar a adentrarme a la administración de un negocio”, comenta Romero.

En cuestión de unos años, Anita Andrea se empapó de conocimientos a través de los libros que su suegra le mostraba y que fueron escritos desde hace más de 300 años. Poco a poco, la aprendiz se volvió una experta y, en compañía de su esposo Juan Andrea, comenzó a fincar el sueño que la llevó a convertirse en un emblema del turismo hidrocálido: la formación del Hotel Andrea Alameda y la creación del grupo de banquetes Punta Paraíso.

Líder Empresarial (LE): ¿Qué significa para usted el servicio?

Anita Romero (AR): Utilizar el término ‘servir’ involucra para muchos un sacrificio; sin embargo, para nosotros, los Andrea, fue maravilloso aprender que el servicio es un don de mucho reconocimiento y orgullo. A causa de ello, hemos recibido aplausos y agradecimientos que nos han hecho sentir muy satisfechos con nuestro trabajo.

LE: ¿Cuál es su filosofía de vida?

AR: La de esforzarse y aprender del día a día; quiero ganar siempre. Haber pasado por varias enfermedades me impulsa a seguir aferrada por ser la mejor en lo que hago; pero ese título se consigue solamente dando lo mejor de mí en mi trabajo.

LE: ¿Cuál fue la clave para convertirse en un ícono del turismo hidrocálido?

AR: Tuve la fortuna de que desde pequeña me mostraron muchas técnicas e ingredientes de la cocina española, algo que me abrió un interés por conocer la cocina internacional. Mi esposo y yo trajimos cocineros de fuera, probamos cocinas de todo el mundo para poder atender cualquier demanda que nos exigieran. Además, nos equipamos con platería y vajillas traídas desde Francia, firmadas por Oscar de la Renta, y mantelería italiana.

LE: ¿Cuál fue el momento más trascendente de su carrera en el negocio de los banquetes?

AR: Sin duda alguna, poder atender a los reyes Carlos y Sofía; la embajada española nos contactó para servirles una cena en su visita al país. Fue una experiencia maravillosa, porque don Carlos pidió repetir la sopa de calabaza que preparamos. ¡Estaba fascinado! Además, guardó en su bolsillo el menú que tejimos con deshilados de Aguascalientes, se le hizo un detalle muy estético y yo, por supuesto, estaba al borde del desmayo.

LE: ¿Tuvo alguna limitante en su entorno por ser mujer?

AR: Mi esposo nunca mezcló el tema de género con nuestro trabajo. Yo aprendí a amar el trabajo e incluso con hijos seguí laborando. Mis hijos fueron siempre apoyados por nosotros, los tres han estudiado profesiones de prestigio y continuado con sus estudios a un gran nivel.

LE: ¿Qué proyectos tiene ahora en mente?

AR: Quiero seguir teniendo muchos banquetes, que no se me vaya ni uno, aunque a veces se me van; pero si sigo estudiando siempre seguiré adelante. Ese es mi proyecto de vida. No pienso en la edad. El día que me tenga que ir, me iré; pero mientras tanto quiero seguir trabajando con todo.

LE: ¿Qué aconseja a un nuevo empresario para que su negocio destaque?

AR: Que busque la calidad en todo. En el caso específico de la cocina, siempre recomiendo a mis trabajadores que prueben y disfruten de lo que ellos mismos han preparado. Si están convencidos de la calidad y sabor, los demás también lo estarán. Así tú, debes de tener la confianza de que tu empresa tenga los suficientes elementos que le den gran calidad; a partir de ello, el crecimiento se irá dando.

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