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Alejandro Basáñez Loyola. Convertir la historia en una gran novela

Muchos libros cambian la vida de sus lectores. Cuando tenía 20 años, Alejandro leyó una serie de novelas que lo marcó: The North and South, de John Jakes, que trata sobre la Guerra Civil en Estados Unidos. Le gustó tanto que se prometió que algún día escribiría algo similar. Desde entonces, se convirtió en un apasionado de la historia, devoró decenas de libros e investigó sobre los temas que le interesaban.

Pero las presiones económicas se encargaron de posponer su sueño. Estudió Administración de Empresas y se puso a trabajar en grandes compañías. General Electric, Mc Graw Hill y American Express fueron algunas de ellas.

A los cuarenta y cuatro años, se convenció de que no podía seguir retrasando la promesa que se hizo cuando era joven y se puso a escribir. Al poco tiempo, su carrera como escritor de novela histórica comenzó a despegar. Hoy tiene cinco libros publicados: México en llamas, México cristero y México desgarrado (una trilogía); Santa Anna y el México perdido y Tiaztlán, el fin del imperio azteca.

¿Cómo fue el momento en que decidiste ponerte a escribir tu primera novela?

Fue hace ocho años. Me puse a redactar por puro hobby. Escribí una novela de ciencia ficción que se llama La tierra perdida. La intenté publicar, pero no se pudo. Le comenté a mi editor que también estaba escribiendo una novela histórica sobre la Revolución Mexicana y me dijo: cuando la termines, búscame. Lo hice y se la llevé.

Un día, mientras atendía asuntos del trabajo, me llegó un correo electrónico: querían publicar la novela México en llamas. Había aprobado todos los exámenes (históricos y de precisión de datos) y querían publicarla. Ahí fue cuando arrancó todo. Les dije a mis editores que era una trilogía, así que tuve que ponerme a escribir México desgarrado y México cristero.

¿Qué importancia crees que tiene la labor de hacer que las personas se interesen por la historia?

El hecho de que hagas que las personas lean una novela histórica donde hay emoción, misterio y suspenso, hace que lo disfruten e indirectamente aprendan cosas que de otra forma les serían difíciles de entender. La historia es apasionante porque saber lo que ocurrió en el pasado nos permite entender el presente y prever el futuro.

¿Te arrepientes de no haber estudiado algo relacionado con esta materia?

No me arrepiento en lo más mínimo. Ni siquiera tuve la intención de hacerlo. Y siento que si hubiera sido así, no habría escrito nada. Los historiadores son tan perfeccionistas y detallistas en todo que por eso no pueden escribir novelas históricas.

¿Ha habido un momento decisivo en tu carrera como escritor?

Fue cuando me rechazaron la novela de ciencia ficción y el editor me dijo que le interesaba la novela histórica. En ese momento, no tenía ni idea de qué hacer.

Un día fui a correr al Acueducto de Los Remedios, en Naucalpan. Llegaron unas personas a preguntarme qué hacía ahí, les dije que era novelista, aunque en ese momento todavía no escribía nada, y que estaba escribiendo una novela sobre la Revolución Mexicana. Me presentaron a su abuelo, platiqué con él, me contó sobre la vida cotidiana de su época. Pedí papel prestado para tomar notas. En el camino de regreso, me dije que debía escribir la novela y que iba a comenzar en ese acueducto. Y así empieza México en llamas.

¿Cómo realizas tu trabajo de investigación?

Pienso en un periodo de la historia y me pongo a investigar sobre cómo vivía la gente en ese entonces, cómo era la economía. Empiezo a documentarme; voy a archivos históricos, museos, hago entrevistas. También trato de meterme en la ideología de la época, descubrir cómo pensaban y a partir de ahí, crear situaciones para los personajes.

¿Qué libros piensas escribir en un futuro?

Uno sobre los tiempos de Benito Juárez y Maximiliano, esa es la próxima novela que pienso escribir. Actualmente, estoy escribiendo una novela del imperio inca.

¿Te ves escribiendo otro tipo de géneros literarios?

Quiero escribir una novela que no sea histórica, algo de esta época. Me lo imagino como un proceso más libre, podría concentrarme más en lo que ocurre en las escenas y no me tardaría tanto en investigar.

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