La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) se lleva a cabo en la primera quincena de los meses de marzo, junio, septiembre y diciembre de cada año. De acuerdo con los resultados del vigésimo octavo levantamiento de la ENSU en setenta ciudades de interés, realizada por el INEGI en la primera quincena de septiembre de 2020, durante ese mes 67.8% de la población de 18 años y más consideró que vivir en su ciudad es inseguro.
Este porcentaje representa un cambio estadísticamente significativo en relación con 73.4% y a 71.3% de marzo de 2020 y septiembre de 2019, respectivamente. En ese sentido, 35 ciudades tuvieron cambios estadísticamente significativos respecto a marzo de 2020: 34 tuvieron reducciones y una tuvo un incremento. La percepción de inseguridad siguió siendo mayor en el caso de las mujeres con 72.7%, mientras que para los hombres fue de 62.0%.
Así, las ciudades con mayor porcentaje de personas de 18 años y más que consideraron que vivir en su ciudad es muy inseguro fueron: Ecatepec de Morelos, Fresnillo, Coatzacoalcos, Villahermosa, Toluca de Lerdo y Naucalpan de Juárez, con 92.8, 91.8, 91.1, 90.4, 88.9 y 88%, respectivamente.
Por otro lado, las ciudades con menor percepción de inseguridad fueron: San Pedro Garza García, La Paz, Mérida, Los Cabos, Cuajimalpa de Morelos y Saltillo, con 16.6, 21.8, 22.5, 26.9, 29.1 y 30.1%, respectivamente.
En Aguascalientes ciudad capital, la percepción de inseguridad bajó de 54.7% a 51.4% en septiembre del 2019 a septiembre del 2020. Es decir, menor inseguridad con pandemia que sin pandemia. Entre el vecindario regional de ciudades, Aguascalientes es la menos insegura después de Querétaro (46.3) y muy por debajo de Guanajuato, San Luis Potosí y Guadalajara, que superan 80%. De hecho, San Luis Potosí capital fue la única que subió del 2019 al 2020 entre las cinco analizadas.
La problemática de inseguridad más marcada en Aguascalientes, Querétaro y San Luis Potosí son los baches presentes en las calles y avenidas; en Guadalajara es la delincuencia que incluye particularmente los robos y en Guanajuato lo que más les preocupa son las carencias de alumbrado público.
La ciudadanía de Aguascalientes es la más optimista de la región, en cuanto a las expectativas de mejora en las condiciones de seguridad con 22.6%. Las mejoras son vistas más distantes en San Luis Potosí y Querétaro, incluso la mayoría de la gente de la ciudad de San Luis piensan que, dentro de los próximos 12 meses, las condiciones sobre la delincuencia empeorarán.
La ENSU cuenta con una periodicidad trimestral en la que se incluyen los siguientes conceptos relevantes en septiembre del 2020:
- Sensación de inseguridad por temor al delito (percepción).
- Expectativa social sobre la tendencia del delito (percepción).
- Atestiguación de conductas delictivas o antisociales (conocimiento).
- Cambio de rutinas por temor a ser víctima del delito (experiencias).
- Percepción del desempeño de las policías y autoridades de seguridad pública (percepción).
- Conflictos y conductas antisociales (existencia).
- Desempeño gubernamental (percepción).
- Hogares víctima o con algún integrante víctima (experiencias).
- Personas víctima de actos de corrupción por autoridades de seguridad pública (experiencias).
- Violencia en el entorno familiar (experiencias).
La percepción de inseguridad detectada va desde 16.6% en San Pedro Garza García, Nuevo León, a 92.8% en Ecatepec de Morelos en el Estado de México. Una percepción seis veces mayor. En Aguascalientes, poco más de la mitad de la población aprecia su ciudad como insegura.
Como se observa en el gráfico anterior, los consultados consignan sentir mayor inseguridad en los cajeros automáticos localizados en la calle y el espacio menos inseguro son las casas habitadas como viviendas familiares.
En Aguascalientes, lo que sí aparece con aumento es la existencia de conflictos y enfrentamientos entre familiares, vecinos, compañeros de trabajo o de escuela, lo que hace imperativo distensionar el tejido social, seguramente dañado por la sindemia propiciada por la COVID-19.
Casi todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible se han visto afectados de manera negativa por la pandemia. Algunas de las consecuencias directas de la COVID-19 son, en materia de Derechos Humanos y según la OMS, el detrimento de la salud comunitaria y el aumento de la desigualdad como consecuencia de la desaceleración económica mundial.
La educación también se ha visto seriamente amenazada por el confinamiento en sus diferentes formatos en todo el mundo, ya que 87% de la población estudiantil mundial se ha mantenido alejada de escuelas y universidades en más de 165 países, según datos de las Naciones Unidas.