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Aguascalientes frente al espejo

Antonio Martín del Campo

Chairman 02X y Venture Studio

«El cambio es la ley de la vida. Aquellos que solo miran al pasado o al presente seguramente perderán el futuro.»

John F. Kennedy

 

De acuerdo con datos del INEGI del 2015, en Aguascalientes el grupo poblacional conformado por hombres y mujeres de 31 a 45 años, que actualmente asciende a 275,018 habitantes, seguirá registrando incrementos anuales superiores a las 3,000 personas y se convertirá en el grupo protagonista del estado en las próximas décadas. También se estima que superará los 300,000 individuos para 2026, según el ritmo de crecimiento actual que, de acuerdo a revisiones recientes, aumentará aún más.

Este fenómeno, si bien se acentúa en nuestra entidad, es un factor diferenciador de México ante varias de las economías del mundo. En una entrevista reciente, Jaime Serra Puche, extitular de la extinta Secretaría de Comercio y Fomento Industrial, apuntaba: “Nuestro país tiene una mano de obra más joven que la de sus socios, por lo que cualquier amenaza a la integración del TLCAN lo es en contra de la competitividad laboral de la región”. Sin duda, una gran reflexión, aunque habría que agregar a su comentario que esa mano de obra debe convertirse en una altamente calificada para que pueda acceder a sueldos de primer mundo.

Es así como nuevamente nos encontramos con un gran bono demográfico, el cual se acompaña de un gran crecimiento económico, siempre y cuando las condiciones macroeconómicas sean las correctas (recordemos la década de los 80 en el siglo pasado, cuando se habló de una generación perdida gracias a las crisis recurrentes); un bono que definitivamente va a determinar en qué se va a convertir México y Aguascalientes en los próximos años.

Pero no debemos quedarnos solo con la idea de que el bono demográfico funcionará como ventaja competitiva (si la población se forma como mano de obra calificada); también habría que pensar en una reconversión empresarial, la cual accionará en sí misma otra palanca de desarrollo, un detonador que sobrevivirá al periodo del bono demográfico, que es finito.

En el número anterior de Líder Empresarial, Otto Granados escribió sobre esto en su colaboración: “Aún con la mejor política de desarrollo económico ejecutada por el mejor gobierno, si no hay una clase empresarial innovadora, moderna, audaz, agresiva y preparada, México no retomará el crecimiento elevado y sostenido”.

Y no podemos estar más de acuerdo con estas palabras. La reconversión empresarial tiene que comenzar ya; Aguascalientes y México tienen prisa, y el primer paso, que por lo general es el más difícil, tiene que ver con un cambio de mentalidad en el empresariado, específicamente en dos rubros: la mentalidad de crecimiento y el pensar en grande.

La idea detrás del primer concepto es simple. Cada uno de nosotros puede elegir tener una mentalidad de crecimiento o una mentalidad fija. La primera se refiere a que aprendemos de nuestros errores; cuando intentamos y fallamos, lo que sucede es que aprendemos y crecemos. Y la segunda se enfoca en el error, es decir, cuando nos equivocamos, solo nos recriminamos y asignamos culpas.

La forma en que cada uno de nosotros se acerca al aprendizaje afecta nuestro desarrollo personal, resistencia, comprensión y, en última instancia, nuestras formas de entender los negocios.

Por otra parte, el “pensar en grande” es actualmente una de las principales palancas para el crecimiento y el desarrollo de la empresa. Los resultados de una revisión de estudios de laboratorio y de campo sobre los efectos del establecimiento de objetivos, muestran que en el 90 por ciento de los casos los objetivos específicos y desafiantes conducen a un mayor rendimiento que los fáciles. Las metas afectan el desempeño al dirigir la atención, movilizar el esfuerzo, aumentar la persistencia y motivar el desarrollo de la estrategia.

De esta manera, estamos hoy ante una disyuntiva: aprovechamos el gran crecimiento que está experimentando la región, aunado al bono demográfico que está a nuestro favor, o seguimos en la zona de confort de un empresariado que no termina de reinventarse y de reconocer la responsabilidad que tiene con su comunidad. Comenzar pequeño, pensar en grande, escalar la empresa con bases sólidas y convertirse en un jugador global son los mantras de los nuevos tiempos hacia donde se debe transitar.

No tenemos mucho tiempo para que el bono demográfico se convierta en una bomba de tiempo y nosotros, como parte del mundo de los negocios, tenemos que definir si queremos participar o no en el México del futuro. De no hacerlo, sin duda, otros empresarios de otras latitudes lo harán por nosotros.

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