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Aficionados prácticos: llevando más allá la pasión por el toreo

No son toreros profesionales. No viven de las corridas, tienen otras profesiones, otros negocios. Pero su pasión febril por la tauromaquia, inculcada desde la infancia acompañando a sus padres y abuelos numerosas tardes a las plazas a ver los grandes matadores mexicanos y españoles,  los ha llevado a dar un paso adelante, a dar un salto quizá temerario, pero seguramente ansiado por muchos taurófilos: la posibilidad de situarse en medio del ruedo, partir plaza, lidiar un novillo, escuchar el bufido del animal mientras asoma su pitón, coronar una serie con un pase de pecho, causar estruendo en el público. Salir a hombros de la histórica San Marcos.

Son aficionados prácticos, y mañana, jueves Santo y el viernes 30 de marzo celebrarán dos festivales de lujo en la Plaza San Marcos al punto de las 20:00 horas con entrada gratuita. Destaca la corrida del jueves 29, al tratarse de un cartel conformado exclusivamente por hidrocálidos: Omar García Mora, Manolo Rivera, Claudio Estrada, Everardo Macías, Carlos “Yayo” Robledo” y Agustín González.

Claudio Estrada alcanzó a ser novillero. Rememora la tarde del 15 de abril del 2001, la tiene grabada a fuego en la memoria. En plena Feria de San Marcos, con novillos de la ganadería Medina Ibarra, entró en comunión con el animal, brindando una faena que culminó con dos orejas. Ahora, en su papel de aficionado práctico, rescata la posibilidad de poner en práctica «lo que sabemos, lo que nos apasiona, el gusto de sentir el toreo de manera distinta; con novillos más pequeños, pero aun con el bufido».

Carlos ‘Yayo’ Robledo es, junto a Manolo Rivera, uno de los aficionados prácticos con más actividad. Ambos llegan a participar en más de 10 corridas al año, cifra nada desdeñable. El Yayo percibe este tipo de festivales como un granito de arena para “seguir fomentando la afición taurina”.

Manolo Rivera asiente y añade que si bien estos festivales buscan crear afición y acercar a la gente de menos recursos la posibilidad de relacionarse con la tauromaquia al ser de acceso gratuito, estas corridas sirven como escaparate para los niños toreros, recordando los casos de Joselito Adame o Víctor Mora, quienes destacaron en festivales de esta índole a tempranísima edad, anticipando desde aquellos momentos en las figuras en las que se convertirían.

Si bien es cierto que los aficionados prácticos lidian novillos que van de los 2 a los 3 años de edad y oscilan entre los 240 a 440 kilogramos, el peligro es latente. El riesgo existe. No hay espacio para bromas. Se le debe encarar como un compromiso serio. Es lo que apunta Everardo Macías, quien fue introducido y enganchado a la tauromaquia por el matador José María Luévano -que en paz descanse- y a quien recuerda con cariño.

¿Qué siente uno cuando agarra el capote, la muleta y se enfrenta al toro? ¿Atenaza el miedo, la tensión? «Es sentirse vivo, ¿sabes? Es no dejar morir esa afición que desde niño llevas adentro. En lo particular no toreo tanto como Yayo o Manolo, pero para esta ocasión siento que me he preparado bien para estar a la altura del compromiso», responde Macías.

De izquierda a derecha: Everardo Macías, Agustín González, Claudio Estrada, Omar García Mora, Manolo Rivera, «Yayo» Robledo.

Omar García Mora es el séptimo de la dinastía de los Mora, una familia de estirpe auténticamente taurófila. Junto a Manolo Rivera, inició a los 9 años como niño torero. Como novillero, llegó a torear en 32 ocasiones, en plazas importantes de la República. Evoca una tarde en Jesús María, en la que lidió un novillo de más de 500 kilos -“algo que nunca imaginé”, se sincera. Tras una faena estupenda -ahí nació Omar García en cuestiones de profesión, asegura- llegó el momento de la estocada. El toro lo cornó, con una lesión que lo dejó dos meses fuera de los ruedos y sin la posibilidad de participar en la Feria Nacional de San Marcos.

«Claro que existen los nervios, pero es un nervio que se vive, un nervio que se siente, un nervio que alimenta en mi caso como hombre, como ser humano y que alimenta mi alma. Es un sentimiento envidiable y cuando se te brinda la oportunidad hay que aprovecharla», explica sobre el carrusel de emociones y tensiones que se agolpan en el pecho al momento de pisar el ruedo.

«Son un sinfín de emociones en la cual entra el miedo, el gusto, la alegría, el nervio; en otra ocasiones el temor. Tratamos de ser responsables y darle la preparación que se merece afrontar el compromiso de ponerte enfrente de un animal bravo. Eso tiene que ser muy claro: aquí, aunque seamos aficionados prácticos y sean novillos de menor peso, no puedes venir a jugar. Le tienes que dar su respeto y prepararte”, señala Yayo.

La posibilidad de que sufran algún percance siempre está en el horizonte. Eso, naturalmente, provoca angustia y temor entre los seres queridos, pero sus familias ellos se han vuelto sostén para que den rienda suelta a su pasión.

En el caso de Manolo, ese apoyo se lo brindan su esposa y sus hijos: «La verdad es que les gusta verme torear. Se pueden poner nerviosos pero no me lo dices. Mis hijas son a veces mis mejores y mis peores críticas. Dicen que los borrachos y los niños siempre dicen la verdad, y ya cuando están en la casa te dicen cada cosa que ya ni sabes dónde meterte…pero bueno«, comenta entre risas.

Caso similar sucede con Omar: «Mi familia lo disfruta mucho. Disfrutan los momentos porque me ven feliz, entusiasmado, comprometido, me ven preparándome. Lo tratan de demostrar así, por supuesto que sienten el nervio y pasan tragos amargos para que todo salga bien, pero me comentan que si esto es lo que me gusta están dispuestos a apoyarme.

Pese a no cristalizar su sueño de vestirse de luces y torear en las plazas más importantes del mundo por diversas circunstancias, los seis alternantes hidrocálidos que se presentarán el jueves comparten una pasión perenne, un fervor por la Fiesta Brava que se manifestará el día de mañana en la plaza San Marcos a las 20:00 horas, entregados a la causa de estrechar lazos entre toda la comunidad taurina y sumar nuevos seguidores.

 

Cartel de los festivales.
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