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Adán Brand o las intermitencias del lenguaje

Para Adán Brand, el cierre del 2022 tiene algo de heráldico. No sólo lo celebra con su anuncio como ganador del XIX Premio Nacional de Poesía Amado Nervo por el poemario Todas las piedras angulares, sino que también se vislumbra la publicación de dos poemarios más: Péndulo y sextante (Editorial Eximia) y [fe.ˈɾal] (Editorial Medusa), ambos por aparecer en los primeros meses del año próximo.

Licenciado en Letras Hispánicas por la Universidad Autónoma de Aguascalientes, maestro en Lingüística Aplicada por la Universidad Nacional Autónoma de México (donde ganó la Medalla Alfonso Caso a la mejor tesis de maestría), fue también merecedor en 2019 del Premio Nacional de Poesía Joaquín Xirau Icaza por el poemario Animalaria (publicado en 2015 por Eximia y el IMAC).

Además de poeta, profesor, ensayista, futbolero, escritor de discursos políticos, a Adán le gusta disentir, conversar, discutir y tratar de encontrar siempre más en la palabra de lo que a simple vista se avizora.

Ante el origen bíblico

En la primera sección de Animalaria, “Tres piedras angulares”, se puede rastrear mucho de la infancia de Adán: el origen disperso del apellido Brand, la historia de la madre que contaba sobre “La cruzada de los niños” (un tema que también tocó Jerzy Andrzejewski en Las puertas del paraíso, un libro que Adán disfruta mucho), el autorreconocimiento ante la primera muerte presenciada, la religión católica o la figura del patriarca que nunca deja que le inviten un café.

Si el propio nombre de Adán tiene ese sentido de origen, también tiene mucho de barro y mezcla. Adán tiene siete hermanas, todas con nombres que remiten al universo floral: “crecí en una familia muy grande donde soy el único hijo varón”, comenta.

En el proceso de crecimiento se reconocía como un outsider en muchos sentidos, navegando entre divergencias políticas o ideológicas: “Toda mi vida profesional y gran parte de mi identidad, así como muchas de las decisiones de vida que he tomado, provienen de sentirme en medio y además de querer estar en medio, como observador y desde afuera”.

Escribir desde la atención y la paciencia

En 2014 fue admitido como becario de poesía en la Fundación para las Letras Mexicanas (FLM). En los últimos años, muchos autores y autoras de México han pasado por este espacio de taller y reflexión sobre la escritura.

En un periodo de dos años (la beca es por uno, pero está sujeta a renovarse), Adán profundizó en un quehacer que había comenzado años antes. En la licenciatura había ganado el Premio Desiderio Macías Silva organizado por la UAA con una serie de poemas sobre la muerte.

En el primer día de taller en la FLM, los recién ingresados debían presentar algunos de sus textos. Comandaba la sesión Antonio Deltoro, poeta ganador del Premio de Poesía Aguascalientes en 1996, a quien Adán considera su guía. Recuerda que en su primera lectura le dijo:

“Vas acelerado, estás siendo barroco, necesitas cerrarle al grifo. Tienes cosas que decir y hay potencia sonora, pero tienes que cerrarle a la llave para que gotee nada más y haya concentración”.

Entre aquellas cosas que enseñaba Deltoro, reconoce la importancia de la atención y la paciencia. Le decía: “Es como la luz, está muy difuso. Vamos a hacerlo como un láser y a apuntar a alguna cosa”.

Para Adán, la experiencia en la Fundación para las Letras Mexicanas representa un parteaguas porque: “Fue un trabajo muy fuerte en cuanto a profundización y reflexión lingüística, tanto en la parte formal como en la semántica. Sobre todo en esta última, me hizo mirar en una manera distinta la manera en la que escribía y, hasta cierto punto, puedo decir que me profesionalizó”.

La lengua como artefacto de sentido

“Hay una inquietud que siempre he tenido: ¿cómo un conjunto de impresiones en el aire que rebotan dentro del oído pueden lograr que una persona haga o deje de hacer cosas, piense o deje de pensar cosas y, finalmente, pueda transformar su vida?”, recalca Adán.

La curiosidad por cómo un conjunto de sonidos puede transformar el mundo o la realidad de otras personas forma parte de su universo. Ya en su tesis de maestría se había preguntado, desde el análisis del discurso, cómo se construyó la identidad mexicana en diversos spots publicitarios durante los festejos del Bicentenario.

Si bien parte de sus estudios se enfocan justamente en el estudio formal de la lengua (la lingüística), Adán trata de aplicar el escalpelo constantemente a los diferentes géneros: ensayo, artículo, discurso o poema. Al preguntar sobre estos cambios de registro comparte dos aspectos clave:

“Me gusta porque es como cambiar de chip o de casette. Me causa mucha fascinación porque, por un lado, es un juego de imaginación y, por otro, es como tener un rompecabezas frente a mí”.

El juego de la imaginación

En cuanto al juego de la imaginación, señala algunas peculiaridades. Al hablar sobre los textos políticos, señala imaginar al auditorio posible (si se lee ante un auditorio o se imprime) o modular el texto de acuerdo a la reacción esperada “aquí quiero que se cimbren, aquí que se enojen o aquí que se conmuevan”.

Al hablar de los ensayos, busca pensar en el tipo de lector, cómo “seducirlo” desde ciertos argumentos que no había visto o cómo “provocarlo” con cosas que daba por supuestas, para así comenzar una discusión.

En cambio, en la poesía, no suele pensar en quién lee:

“Yo sé que ellos tienen la otra mitad de la construcción del significado, pero no puedo escribir ahí desde ellos. Si esas experiencias son muy entrañables, angustiosas o fuertes para mí, entiendo que, si son eso para mí, como comparto muchas cosas con el resto de la humanidad, podrán ser entrañables, angustiosas o fuertes para otra persona también”.

El armado del texto

En cuanto al segundo punto, el rompecabezas, recalca que tiene que ver con el orden de los párrafos, el acomodo adecuado de las palabras, el uso de sinónimos, en qué contextos se insertan o si se producen los sentidos esperados: “Hacer una pedacería o construir tu propio Frankenstein, hacer tu rompecabezas bien armado es algo que me causa mucha fascinación”.

Por ello, recalca, al pensar en el armado del texto, una de las claves radica en si ese artefacto de sentido va a concluir con el sentido deseado o, lo que es también interesante, qué otra cosa inesperada se va a detonar. De tal forma, la pregunta de la infancia por el poder de la palabra se ha visto complejizada por el trabajo como lingüista y como escritor.

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Todas las piedras angulares o las historias análogas

En fechas recientes, en la ciudad de Nayarit, Adán recibió el XIX Premio Nacional de Poesía Amado Nervo por Todas las piedras angulares. El jurado estuvo conformado por Aura Sabina, Isolda Dosamantes y Rubén Rivera.

Este poemario implicó un proceso de trabajo de entre seis y ocho años, que arrancó en la FLM. Si bien Adán se muestra reacio a la escritura del poemario como un “proyecto”, señala que había escrito dos secciones y que luego encontró un hilo conductor para unirlos.

Conformado por dos poemas de largo aliento y otra sección, una coda hila todas las historias a partir de un yo metapoético, que “habría recorrido todas las escenas que se cuentan y cantan en el poemario”.

Las tres partes surgen de experiencias que le relataron o de situaciones que vio:

“Por ejemplo, una de las secciones del libro trata sobre una casa que están infestada de termitas. La casa efectivamente existió en Aguascalientes. Yo lo que hice fue asociar la historia de esa casa a la historia de una pareja, entonces, hay una correlación entre una casa y una pareja desmoronándose”.

[fe.ˈɾal] o crecer sin lenguaje

En alrededor de seis meses aparecerá [fe.ˈɾal]. Este libro que saldrá publicado por Medusa, editorial de Chihuahua, tiene como eje los niños ferales:

“Niños que fueron abandonados desde chicos y que no tuvieron padres. Más allá de ser huérfanos, uno pudo haber vivido en la selva, uno pudo haber vivido en un ático y nunca le hablaron, trata sobre esta cuestión de niños que crecen sin lenguaje”, comenta.

Adán señala que está lleno de reflexiones netamente lingüísticas: “probablemente sea el libro más difícil para leer de los que yo produzca y probablemente a mucha gente no le va a gustar, pero también creo que puede ser de lo mejor que he escrito”.

Péndulo y sextante o el destino helénico

En la editorial Eximia de Aguascalientes Adán publicó el mencionado Animalaria, así como Soy más humano cuando como vegetales. En este libro (que no fue de poemas sino de ensayos), recopiló y reordenó tanto columnas como artículos publicados durante varios años.

Para inicios del 2022, también saldrá publicado Péndulo y sextante. En este poemario reflexiona sobre la idea helénica del destino “Esta cosa que está sobre nosotros, y que nos marca; la idea de que ya estamos ‘predefinidos’. Sin que sea terriblista, mi postura es que quizás de inicio al final ya está todo dado, pero en el trayecto se encuentra nuestra libertad. Ahí es donde podemos hacer y deshacer”.

Su interés por el tema tiene que ver más con lo literario que con la creencia propia, si bien le permite conectar con la reflexión sobre la movilidad social: “Esta especie de injusticia en la sociedad que no da oportunidades. En ese sentido, hay mucha predestinación social o económica que valida hasta cierto punto el sentido helénico del destino”.

El proceso y las coincidencias

Si bien el cierre de año está lleno de publicaciones, Adán se cuida de enfatizar que cada uno requirió un proceso de varios años. Desde su inicio en la Fundación en 2014 hasta la fecha, vivió una escritura “ininterrumpida” que transitaba entre temas. Por hechos fortuitos, los poemarios saldrán publicados en fechas muy similares.

“En cada libro he tratado de explorar cosas distintas. Hay algunos muy similares en cuanto a cuestiones de la identidad, de dudas, el trabajo muy personal, cosas que de cualquier forma me van a atravesar, pero creo que hay variedad formal y temática en lo que hasta ahora he escrito”.

Tras este proceso al que considera “agotador”, se describe en un proceso de vaciamiento:

“Estoy en el punto de buscar nuevas lecturas. Podría decir nuevas experiencias o quizás las mismas, pero desde otra manera de entenderlas, otra perspectiva, para empezar a llenar otra vez el vaso y ver cuál será el siguiente proyecto o, aunque suene muy precipitado, decidir si voy a seguir escribiendo”.

Para conocer más de Adán Brand, compartimos algunos fragmentos de la sección «Termitas», pertenecientes a Todas las piedras angulares:

I
La casa había resistido al tiempo,
al abandono que hace décadas creyó definitivo;
la casa había permanecido en pie
a pesar de los constantes ataques
de la lluvia,
de la hierba creciendo entre sus pliegues,
de las demoliciones en la cuadra
para hacer condominios.
Detrás del polvo, la tierra, el salitre,
de la sábana de abrojos
y las manchas de musgo de los baños,
detrás de la pancarta de se vende
permanecía la casa
con una obstinación de cuerpo vivo.
Su antigua dignidad,
el respeto que inspiraba su portón de roble,
su cantera,
o tal vez la historia que guardaban sus paredes
nos hizo decidirnos.

III
¿Cuántas voces caben en un siglo;
cuántas en una habitación?
¿Cuántos secretos
exhuma el salitre de los muros?
¿Cuántos ecos en esos corredores
se ajustaban al ruido de mis pasos?
A la voz del campanario de la iglesia
que partía nuestra jornada en horas desiguales,
se agregaban las voces de los pájaros,
también el tic-tac de los relojes
siempre idéntico a sí mismo.
Más allá de ese concierto alejado
del ruido de la calle
iba emergiendo otro murmullo.
Nadie pone en duda que las paredes oyen,
que guardan cuidadosamente nuestra furia,
el veneno que arrojamos por la boca.
Nadie duda de cuidarse de los muros,
de bajar los decibeles al decir aquello
que no debe decirse;
pero nadie cree que las paredes también hablan;
que tejen un murmullo intermitente;
que reflejan.

IX
Ahora es el desvelo con su gota de agua
en este piso,
a seiscientos kilómetros de distancia,
y la distorsión inevitable del recuerdo.
Ahora es la promesa no cumplida
y estas necias ganas de evocarte
que me llevan a ese libro tuyo
que ya no puedo devolver.
Leo estas líneas
una y otra vez y las repaso
para ver en ellas, en sus versos,
la esférica tristeza de tus ojos,
que siempre parecía estar mirando
tras la lluvia en el cristal de una ventana
otra lluvia, ya borrada.
Otra lluvia que no pude
(no pudimos)
comprender.

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