Icono del sitio Líder Empresarial

A los jóvenes de hoy les faltan oportunidades, no valores

Cuando estoy con mis amigos, los hijos se convierten en un tema frecuente de conversación y preocupación. Los jóvenes de hoy se comportan diferente a como lo hacíamos nosotros. Por ejemplo, en lugar de buscar su emancipación temprana, viven en el hogar hasta después de los 30 años y parecen disfrutarlo. No tienen un empleo serio, pareja estable ni mucho menos una vivienda o un patrimonio propio. Según sus críticos, “estudian poco, juegan mucho, gozan el presente y no planean el futuro con responsabilidad”. Concluyen, “les faltan valores y sueños”.

Pero, vale la pena reflexionar al respecto. Al grupo generacional nacido en los años ochenta y noventa se le conoce como generación Y o millennials. Son individuos de entre 18 y 35 años muy familiarizados con las tecnologías de la información. Están sobreexpuestos a medios de comunicación poderosos, que cubren velozmente, aunque de forma superficial y escandalosa, los acontecimientos que ocurren en cualquier rincón del mundo.

Así, los libros, revistas, películas y canciones de amor tradicionales han sido reemplazados por series, thrillers, redes sociales, blogs, publicidad y memes con contenido violento y sexual, lo cual desensibiliza a los millennials al grado de confundir su mundo real con el virtual.

Burbujas familiares

De forma paralela a esto, la feroz competencia global y la automatización creciente provocan escasez de puestos de trabajo de calidad. Ante un escenario externo amenazante, inseguro y violento como el que actualmente enfrentamos, los padres de familia (en la medida de nuestras posibilidades) hemos optado por construirle a nuestros hijos una burbuja familiar en la cual todo es apapacho. Cuidamos que las recurrentes crisis económicas, financieras, políticas y sociales no amenacen su estatus y estilo de vida… incluso evitamos sancionarlos cuando cometen errores.

Ante esto, los jóvenes parecen no tener deseos de ser independientes y atrasan su llegada a la etapa adulta: en casa encuentran libertad, protección y solución a sus necesidades económicas, alimenticias y de vestido. Al final, “no están entrenados para resolver situaciones por sí solos ni están listos para adaptarse al mundo real. Sueñan con controlar, mejorar y manipular la vida como si fuera un videojuego; quieren tener todo a la mano como en el buscador de Google”.

La herencia que les dejamos

Sin embargo, los adultos debemos atrevernos a realizar una severa autocrítica: nuestros padres nos heredaron un sistema político-económico estable en el cual abundaban las oportunidades de estudio y empleo, por lo que pudimos emanciparnos, formar y proveer a una familia propia.

En contraste, nosotros estamos heredando a nuestros hijos un mundo corrupto, cerrado, inseguro, en el que no encuentran opciones de trabajo bien remunerado. Esto explica el porqué no son capaces de “encabezar una familia o un negocio” que, según los estudios serios, siguen siendo el verdadero sueño de nuestros estigmatizados millennials.

Salir de la versión móvil