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Yo me comprometo a…

Un día, mi sobrina venía casi dormida en el asiento trasero del coche (ella tenía como cuatro años) y de la nada, muy emocionada, se sentó de un brinco y empezó a señalar como si hubiera visto a su personaje favorito de la televisión. Al ver que yo no le hacía caso, volteó con su abuela y mientras seguía apuntando, le dijo casi a gritos: “¡Mira, la bandera!” Consecuente con la nieta, mi mamá respondió: “¿Qué bandera?” A esto, la niña con la misma excitación del principio replicó: “¡La de mi país! ¡La bandera de México!” Solo le faltó aplaudir. Fue una escena memorable.

Después de que en esta semana vimos lo que sucede en México, lo cual indigna a todos, recordé con tristeza esta anécdota al pensar en esa pequeñita que se mostraba tan orgullosa, y me di cuenta de lo que estoy (y estamos) haciendo a su país. Mientras reflexionaba en eso, también me preguntaba hasta qué punto somos responsables de lo que sucede.

Por ejemplo, el papá de esa niña ha emprendido una campaña para crear conciencia entre sus amigos sobre las frutas y verduras que compran en el supermercado. Él es una persona dedicada a asuntos agrícolas y como tal, tiene la oportunidad de ver de cerca lo que los productores empacan para exportar y lo que mandan a las tiendas para el consumo de los mexicanos. La diferencia entre los productos es abismal, el problema es que nos aguantamos y los consumimos. Nos quejamos un ratito y luego, cambiamos el tema como si no pasara nada. Parece ser algo que se repite con frecuencia. ¿Por qué lo permitimos? ¿Por qué aceptamos las cosas que no están bien? ¿Por qué hay situaciones que hoy son noticia y mañana las olvidamos?

Durante dos días vi que en Facebook y Twitter, las personas publicaban mensajes de luto, condolencia y el ya clásico “Me dueles México”. Qué bueno que están manifestando su indignación e inconformidad con lo que está pasando; sin embargo, en muy pocos de esos mensajes, además de quejarse y asignar culpas, se incluían propuestas para resolver los problemas que estamos enfrentando.

¿No creen que ya es suficiente de compartir fotos y escribir que las cosas van de mal en peor, mientras nos sentamos a esperar a que alguien más haga algo? ¿Qué tal que cada uno toma acción y, como proponía Gandhi, se convierte en el cambio que quiere ver? Ya no hablemos del mundo, empecemos por nuestro país, nuestra casa, nosotros mismos.

Recientemente se ha puesto de moda compartir en los muros de Facebook cinco cosas determinadas e invitar a otros a hacer lo mismo; así, de repente vimos que la gente se proponía inundar la red social con obras de arte, con música o con razones por las cuales estar agradecidos.

Bueno, pues en esta ocasión yo los invito a compartir cinco cosas que cada uno se compromete a hacer para mejorar su entorno. Empecemos por algo sencillo, con constancia y disposición; las cosas pequeñas se transformarán en otras más grandes. Después de todo, el ejemplo arrastra. Aquí les dejo algunas ideas:

En fin, yo me comprometo a hacerlo, pues quiero que la princesa que inspiró este artículo, sus hermanos y todos los niños de México vivan en un país del que se sigan sintiendo tan orgullosos, como ese día en el que ella descubrió con tanta alegría su bandera.

Hay muchas cosas más que se pueden hacer. ¿Tú a qué te comprometes?

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