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7 señales de que tu liderazgo va por mal camino

Por: Xicoténcatl Morales Hurtado, CEO Gestión Avanzada

El síndrome del buen/mal líder

Tener éxito en ciertas áreas de nuestra vida (como la financiera o laboral) no equivale necesariamente a experimentar plenitud. Vivimos rodeados de estereotipos y modelos que nos demandan cubrir con pautas o estándares. Estos, a largo plazo, pueden resultar contrarios para nuestra personalidad y productividad. 

Sin un claro sentido de propósito corremos el riesgo de conducir nuestro liderazgo por caminos que comprometan nuestra estabilidad física y psico-afectiva. Esto no significa que no lo tengamos, sino que lo estamos gestionando sobre una base que nos está demandando altos costos internos. 

La delgada línea que separa al buen del mal líder puede ser tan invisible que quizás la crucemos muchas veces al día sin darnos cuenta. Ser plenamente conscientes de sus linderos nos puede ayudar a prevenir grandes desastres.  

Las siete señales

Para saber si tu liderazgo va por mal camino toma en cuenta esta lista: 

  1. Crees que eres un emprendedor o empresario visionario, pero en realidad te autoexplotas. Esta actitud te hace ser el «managentólogo« de tu iniciativa, privándote de momentos valiosos de descanso o distracción.
  2. Te mantienes emocionalmente lejos de todos. Quedarnos en la zona segura de las relaciones puede resultar útil si tu interacción es contingente. No obstante, si vas a dirigir un grupo cercano, necesitas ofrecer algo más que reuniones cortas y relaciones superficiales.
  3. La fatiga, el estrés y el perfeccionismo te son muy familiares. Tus estándares de desempeño están por las nubes, lo que hace que te sientas abrumada/o y con falta de energía. Todo buen líder sabe que trabajar hasta el agotamiento no es un indicador saludable.  
  4. No buscas asesoría personal o capacitación para tus proyectos. Asumes el síndrome del «Llanero solitario» como tu modelo de gestión. El problema con esta conducta es que la autosuficiencia y el anonimato nunca generan aprendizaje o crecimiento sólidos.  
  5. Crees que nunca alcanzas tus expectativas o metas laborales. Decir “no funcionó como quería” se vuelve el mantra de tu principal retroalimentación. Lejos de incentivar un mejor rendimiento esto puede ocasionar burnout en tu persona y en los que te rodean.
  6. Tienes una imagen sobrevalorada de tu trayectoria empresarial. Es cierto que has logrado grandes cosas y alcanzado objetivos que muchos aún no; pero la actitud sobrada o los brotes de presunción puede ser un obstáculo para conocer nuevos socios y colaboradores. 
  7. Prefieres no abrirte a los demás por temor a parecer vulnerable o débil. Muchos empresarios viven bajo la fachada del caracol (duro por fuera y blando por dentro). Esta postura no es una forma asertiva de entablar nuevas relaciones. La gente necesita conocer quién eres, incluyendo y, sobre todo, tus fracasos o malas temporadas.   

Corregir el camino

Nunca es tarde para reconocer y redirigir la forma como gestionamos nuestras habilidades directivas. Los líderes empresariales que mejores resultados producen hoy en sus entornos son personas que no se conforman con la seguridad de los procesos. 

Ellos buscan establecer compromisos, gestionar personas y entablar acuerdos que traigan beneficios en diversas direcciones. Las habilidades blandas pueden ayudarte a manejar mejor muchas de las situaciones descritas. Quizás sea tiempo de corregir el rumbo de tu liderazgo. 

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