Las vulnerabilidades arrastradas desde antes de la emergencia sanitaria y económica ponen en situación de riesgo para padecer consecuencias particularmente graves de la COVID-19 a 55 millones de mujeres y hombres indígenas que viven en América Latina y el Caribe, advierte un informe difundido por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Vinícius Pinheiro, director de la OIT para América Latina y el Caribe, señaló que la cara más nefasta de la pandemia por el virus SARS-CoV-2 es la desigualdad, ya que la enfermedad y sus consecuencias sociales y económicas afectan más a los que menos tienen, como los pueblos indígenas y tribales, que a menudo carecen de protección social y suelen tener acceso limitado a cualquier tipo de atención en salud.
“Además de vivir en condiciones de precariedad, en la región una vasta mayoría de mujeres y hombres indígenas trabajan en condiciones de informalidad en los sectores más afectados por la crisis, lo cual se traduce en la pérdida de los medios de vida”, indicó Pinheiro.
La OIT subraya que en América Latina, la tasa de informalidad entre los trabajadores indígenas es mayor respecto a la población en general, al registrar un índice de 82% en los primeros y 54% en los segundos. La desigualdad se vuelve aún más notoria al observar los siguientes dato: los pueblos indígenas y tribales constituyen 8.5% de la población, pero son 30% de las personas en pobreza extrema. El 31,7% de la población ocupada indígena en la región no ha tenido ninguna formación, frente a 12,8% de los no indígenas, y menos de 30% han tenido educación intermedia y avanzada, frente a más de 48% de los no indígenas, señala el informe.
La crisis derivada de la COVID-19 ha derivado en la “migración inversa” de personas indígenas que regresan a sus comunidades ante la falta de medios de subsistencia, lo que aunado a otros movimientos de personas que circulan en medios rurales, aumentan los riesgos de contagio.
Si bien refiere que algunos países han establecido medidas específicas para evitar la propagación de la COVID-19 hacia las comunidades indígenas y la generación de brotes dentro de estas, la OIT advierte que es necesario redoblar esfuerzos debido a la velocidad del contagio y la severidad de sus efectos económicos.
La OIT recuerda que alrededor del mundo, decenas de millones de indígenas han laborado en los sectores más afectados por la crisis sanitaria (trabajo doméstico, hostelería, turismo, comercio, transporte, manufactura, construcción). En este sentido, el organismo subraya sobre las consecuencias en cascada de los colapsos económicos, con signos alarmantes de pérdida de ingresos, inseguridad alimentaria y efectos agravados en las mujeres indígenas.
“Con la reducción de la demanda y de la posibilidad de ofrecer su mano de obra, sus bienes y sus servicios debido a los cierres, las perturbaciones de la cadena de suministro y la crisis económica imperante en general, la capacidad de los pueblos indígenas para adquirir productos básicos, incluidos los alimentos, está disminuyendo y el espectro de la hambruna se cierne sobre muchos hombres y mujeres indígenas”, dice el OIT.
Las recomendaciones de medidas que hace la OIT apuntan en primer lugar a las necesidades urgentes de protección ante la pandemia, incluidas las de prevención, información en lenguas nativas, o atención sanitaria de emergencia, así como otras de apoyo y protección sostenidos para los trabajadores, los empresarios y las comunidades indígenas para hacer frente a la crisis que afectará a los mercados laborales en el futuro próximo.
Por otro lado, pone en relieve la importancia de fortalecer la institucionalidad que se ocupa de los pueblos indígenas que presentan deficiencias en todo el mundo. “La crisis causada por la COVID-19 ha puesto de manifiesto estas deficiencias, ya que los gobiernos a menudo no pueden responder adecuadamente a las necesidades de protección de las comunidades indígenas, con su participación plena y efectiva”, agrega el documento.