Con la llegada de la pandemia, la educación fue uno de los sectores que de manera urgente tuvieron que reconfigurarse para sobrevivir. La modalidad a distancia pasó de ser una moda a una obligación, lo que marcó varios retos para alumnos y docentes, así como para las madres y los padres de familia, quienes de manera frecuente se han preguntado: ¿qué pasará con la educación de nuestros hijos?
De acuerdo con la UNESCO, alrededor de 890 millones de alumnos se encuentran en un limbo donde el calendario escolar es más incierto que nunca. Esa falta de certeza incide más en sus padres, cuyas exigencias a las escuelas de sus hijos se han visto fuertemente modificadas. Pero, ¿cuáles son las principales demandas a considerar en los modelos educativos de esta nueva realidad? Te compartimos cinco tendencias globales:
1. Seguridad sanitaria como máxima
Pese a que en estas circunstancias es prácticamente obvio que toda actividad que vuelva a la normalidad deberá de tomar medidas rigurosas de seguridad e higiene, la práctica y el seguimiento a las mismas es un reto latente en las instituciones educativas al momento de reactivar sus clases presenciales.
Stefania Giannini, subdirectora General de Educación en la UNESCO, considera la promoción a la salud y el bienestar de alumnos y docentes como una máxima de la nueva normalidad de la educación. En ese sentido, es fundamental evaluar los protocolos de las escuelas en su regreso, pero sobre todo sus herramientas para promover la salud y la limpieza como un hábito.
Asimismo, Education International (EI), federación sindical de docentes a nivel global, pondera a la salud como una obligación de las escuelas e instituciones educativas para impulsar y mantener prácticas mejoradas de higiene y limpieza. Esto contempla que todo su personal esté informado y formado para seguir las nuevas directrices, así como que se destinen fondos y personal adicional para garantizar estos requisitos.
Para la UNESCO, las condiciones que deben evaluarse imperativamente son el acceso al jabón y al agua limpia y las medidas de distanciamiento social. Para garantizar condiciones seguras, tal vez habrá que reducir también el número de alumnos en el terreno, instaurando un sistema de escolarización alterna – dando prioridad a los más pequeños o a los grupos específicos en particular – o adoptando un enfoque pedagógico mixto.
2. No todo es educación a distancia
La reapertura de las escuelas se está dando con precaución en el mundo. Según estimaciones de la UNESCO, 100 países no han anunciado todavía fecha de reapertura de clases presenciales; 65 prevén hacerlo de manera parcial o total, y 32 terminarán el año escolar en línea.
Sin embargo, directivos de la UNESCO consideran que mientras más larga sea la interrupción escolar, mayor será la pérdida de aprendizaje. Con lo cual, mientras más rápido se abran las escuelas, menor será el riesgo de pérdida a largo plazo en la trayectoria escolar y en el bienestar de millones de niños.
En ese sentido, las instituciones educativas privadas y públicas deberán orientarse hacia una estrategia combinada de educación a distancia y clases presenciales que coadyuve en el aprovechamiento de la tecnología como herramienta de soporte, pero no como la única vía de formación.
Retomamos de aquí lo citado por el académico de la Universidad Autónoma de Querétaro, Alexandro Escudero Nahón, en el Consejo Mexicano de Investigación Educativa (COMIE):
La docencia de esta etapa de confinamiento no se puede asumir como parte de una modalidad educativa porque, en general, se ha constituido de reacciones bienintencionadas, algunas incluso creativas y heroicas, pero son reacciones que no están articuladas a planes de continuidad académica institucionalizados.
En ese sentido, el especialista refiere que esta situación deja en claro que, sin criterios institucionales sobre cómo desarrollar la docencia en situaciones de contingencia, sin la garantía de los recursos técnicos, procedimentales y normativos, entre otros tantos aspectos, la docencia durante situaciones contingentes se basará en el compromiso y la destreza del cuerpo docente, pero los resultados serán muy limitados.
3. Salud mental: más importante que nunca
Los efectos del confinamiento en la salud mental han sido más que difundidos. Sin embargo, poco se sabe sobre las estrategias para amortiguar el impacto negativo de este encierro y sobre todo las implicaciones que conllevará en la interacción humana durante esta nueva normalidad.
¿Cómo se adaptarán los niños a estas circunstancias? Para EI la educación deberá implementar sistemas para apoyar el bienestar y la salud de los infantes y el personal docente mediante apoyo y asesoramiento psicosocial específico.
Esto representa que las instituciones que no contaban con asesores psicopedagógicos deberán de incorporarlos de manera casi obligada y las que ya lo tenían, deberán reforzar su participación en sus sistemas de enseñanza.
“Además de que la pandemia provoca estrés y ansiedad continuos, muchos niños, estudiantes y personal educativo también van a encontrar dificultades para volver a la escuela y adaptarse a las nuevas rutinas y a las restricciones a nivel de la interacción social”, señala la organización, manifestando que deberá de existir un mayor apoyo para quienes hayan sufrido una pérdida, abuso, violencia u otros traumas emocionales derivados o no de la pandemia.
4. Acortar la brecha en la comunicación padres-docentes
Tanto padres de familia como personal académico atraviesan por un contexto en el que es difícil anticiparse, donde no hay expertos y, sobre todo, donde no existe aún una fórmula para salir adelante. Es por ello que el intercambio de experiencias entre las familias y sus escuelas será fundamental para construir un ecosistema educativo óptimo post pandemia.
La UNESCO considera que deberán ponerse en marcha consultas y diálogos entre padres, docentes, alumnos y comunidades en general con miras a comprender cuáles son sus preocupaciones y poder generar así soluciones que respondan a ellas. De esta manera -dice el organismo- se obtendrá confianza y apoyo para construir políticas y medidas alternativas en cada institución.
En ese sentido, las decisiones en torno a la reapertura de las escuelas exigirán la sinergia entre líderes escolares, maestros, estudiantes, padres y madres. Los encargados de la toma de decisiones deben entonces evaluar la mejor manera de apoyar el aprendizaje y el bienestar en cada contexto.
La UNESCO enfatiza que se deberán de tener en cuenta los beneficios de la instrucción en el aula frente al aprendizaje a distancia y examinar los factores de riesgo asociados con la reapertura de las escuelas, sin olvidar que las pruebas sobre el riesgo de infección que conlleva la asistencia a la escuela no son concluyentes.
5. Reformulación de los programas educativos
En su informe “Covid-19: Impacto en la Educación y respuesta de Política Pública”, el Banco Mundial enfatiza en que debemos sacar provecho de las innovaciones y reunir las experiencias principales en cuanto a la utilización de las tecnologías en una escala sin precedentes para volver a una “nueva” normalidad.
De acuerdo con la UNESCO, esto podría marcar un hito en la utilización de las nuevas pedagogías con miras a solucionar la crisis del aprendizaje y a proponer modelos de aprendizaje más inclusivos y creativos:
“Ha llegado el momento de reconstruir para mejor, de hacer que los sistemas educativos sean más inclusivos y estén mejor preparados para superar las crisis que pudieran ocurrir en el futuro, fundamentalmente en materia de clima. Y, más que nunca, es el momento de proteger a la educación – y sus asignaciones presupuestarias – de las repercusiones socioeconómicas de la pandemia”, indica la UNESCO.
La elección de una nueva escuela
Con los constantes cambios de la educación básica, muchas familias replantearán la elección de una institución educativa que esté lista para las demandas actuales.
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