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¿El salario mínimo satisface las necesidades de los mexicanos?

En la época de la posguerra, la política económica internacional se enfocó en maximizar la producción y alcanzar altos niveles de crecimiento. En los años sesenta, el mundo tuvo un crecimiento económico anual promedio de 5.4%. Sin embargo este boom fue perdiendo impulso y la tasa de crecimiento disminuyó hasta llegar a un promedio anual de 3.1% en la década los ochenta. Es cierto que al día de hoy siguen habiendo economías con altas tasas de crecimiento económico, sin embargo, son aquellas economías que se encuentran aún en desarrollo y que parecen estar alcanzando a las economías ya desarrolladas. Entendiendo esto, la agenda económica internacional se ha enfocado ahora en el estudio de la desigualdad en el ingreso que es cada vez mayor; en 2015 el 1% más adinerado de la población mundial tenía ya la misma riqueza que el 99% restante de la población en el mundo.

 

El caso de México en particular resulta muy interesante, porque a pesar de ser la decimoquinta economía más grande del mundo y la cuarta más grande de América, cuenta con un alto nivel de desigualdad y pobreza y con uno de los poderes adquisitivos más bajos dentro de la OECD. Debido a esto, resulta conveniente abordar el concepto del salario mínimo, con la intención de entender su misión y el papel que juega dentro de este escenario.

 

El salario mínimo representa “la cantidad menor que debe recibir el trabajador por los servicios prestados en una jornada de trabajo”. Este concepto se utiliza en México desde la Constitución de 1917, donde se establece también que el salario mínimo deberá “… (ser suficiente) para satisfacer las necesidades normales de la vida del obrero, su educación y sus placeres honestos, considerándolo como jefe de familia”. De manera práctica, este nivel de satisfacción es conceptualizado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) como la Línea de Bienestar; la cual representa el ingreso mensual mínimo que necesita un hogar para cubrir sus necesidades alimentarias y no alimentarias. Es necesario entonces, de acuerdo a los objetivos y a la esencia misma del salario mínimo general, que iguale en términos monetarios a la Línea de Bienestar, de manera que cualquier hogar que perciba un ingreso laboral pueda ser capaz de acceder a la canasta básica alimentaria y no alimentaria.

 

La idea de un incremento nominal al salario mínimo es catalogada por varios líderes políticos de nuestro país como la solución a los altos niveles de pobreza y desigualdad. Sin embargo, la teoría económica plantea dos posibles efectos que se pueden dar en respuesta a una incremento exógeno al salario mínimo (un incremento que exceda a la inflación o a la tasa de crecimiento de la productividad laboral); el efecto dominó y el efecto faro.

 

El efecto dominó se refiere a aquel aumento en los salarios del sector formal de la economía. Es decir, se tiene un efecto dominó si al haber aumentado el salario mínimo general, hubo también un aumento en los salarios formales mayores al mínimo general; con lo que no se habría logrado una reducción en el diferencial entre salarios. Por otro lado, el efecto faro se refiere a aquel aumento en los salarios más bajos de la economía informal, asumiendo que en la práctica el salario mínimo general (SMG) sirve de referencia para la fijación de pagos a los trabajadores asalariados informales; lo que haría que finalmente los salarios más bajos del sector informal sean iguales a aquellos del sector formal.

 

¿Cuál es la situación en México?

La revisión y el aumento del salario mínimo general en nuestro país está a cargo de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CONASAMI), quien determina si es necesario un incremento nominal a dicho indicador. Recientemente se aprobó un incremento en el SMG que entró en vigor el día primero de diciembre de este año, mediante la aplicación de un Monto Independiente de Recuperación (MIR) de $5 pesos y un incremento porcentual del 3.9%. El SMG pasó entonces de $80.04 pesos diarios a $88.36 pesos diarios, lo que representa un incremento en conjunto del 10.4%.

El aspecto más interesante (desde mi perspectiva), está en el valor real de los salarios mínimos. Históricamente el salario mínimo real en México ha mostrado una tendencia a la baja, lo que quiere decir que el nivel de inflación ha sido mayor al incremento nominal del SMG. En 1994 el salario mínimo era de $15.27 pesos diarios, que si lo comparamos contra el SMG actual, podremos observar un incremento del 479%. Sin embargo, en ese mismo período de tiempo el nivel de precios en la economía aumentó 593%.

El CONEVAL estima que la Línea de Bienestar en zonas urbanas en nuestro país, al mes de octubre de este año, tiene un valor monetario de $2,925 pesos mensuales ($97.5 pesos diarios). Con esto en mente, podemos observar que existe todavía un diferencial muy alto entre el SMG y el nivel del bienestar en nuestro país.

 

¿Entonces, qué hacer?

En un escenario económico ideal se espera que el valor real de los salarios aumente, con la intención de reducir la brecha entre el pago al capital y el pago al producto, pero en nuestro país ha sucedido todo lo contrario. ¿Habría que aumentar entonces el valor nominal hasta que se alcance el nivel de la línea de bienestar? Efectivamente, eso no está en duda, pero la pregunta es cómo lograrlo. Tendríamos que incluir múltiples variables en la ecuación a desarrollar. Se necesita una estrategia multidimensional que incluya modificaciones fiscales que eliminen exenciones de impuestos a los grandes corporativos nacionales (recordando que la política fiscal es naturalmente de carácter redistributivo), un incremento en la calidad de la mano de obra, una reducción del sector informal de la economía y por supuesto aumentos al salario mínimo, pero de forma gradual.

 

Es un objetivo difícil de lograr, pero finalmente se debe alcanzar. Tendremos que esperar, por lo pronto, a observar si el incremento del 10.4% recién aplicado al salario mínimo va a generar efectos inflacionarios en el primer trimestre del año próximo, y en base a esto, tomar la siguiente decisión.

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