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El horror de la Guerra: 3 obras antibelicistas de la 1° Guerra Mundial

Esta semana se estrenó en las salas nacionales el esperado filme “1917” del director Sam Mendes, una película que ha encandilado a la crítica al grado de considerarla como unas de las grandes joyas del género. 

El largometraje se encuadra dentro del apogeo de la Gran Guerra, narrando la travesía de dos soldados británicos, Schofield y Blake, en una misión prácticamente suicida para entregar un mensaje que detendrá un ataque mortal a miles de soldados, entre ellos el hermano de Blake. 

Con motivo de la proyección de la película, te presentamos tres grandes obras (una película, una antología de poemas y un documental) que tienen a la Primera Guerra Mundial como escenario principal. 

Paths of Glory”, de Stanley Kubrick

“Senderos de Gloria” es la séptima película filmada por el aclamado director de culto Stanley Kubrick y la primera que dejó entrever su carácter de auténtico genio, según crítica especializada. 

La película sitúa al espectador en el año 1916, en Francia. “El general Boulard ordena la conquista de una inexpugnable posición alemana y encarga esa misión al ambicioso general Mireau. El encargado de dirigir el ataque será el coronel Dax. La toma de la colina resulta un infierno, y el regimiento emprende la retirada hacia las trincheras. El alto mando militar, irritado por la derrota, decide imponer al regimiento un terrible castigo que sirva de ejemplo a los demás soldados”. 

El filme es considerado uno de los grandes alegatos antibelicistas.  Según declaraciones del propio director, “Paths of Glory”, no tiene ningún mensaje, su acaso, es un alegato contra la guerra, que puede colocar a los hombres en tales situaciones de conciencia». 

En 1992, la película fue catalogada como “cultural, histórica y estéticamente significativa” por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, e integrada al National Film Registry para su preservación.

El largometraje está basado en la novela homónima de Humphrey Cobb, publicada en 1935 quien, de acuerdo con un reportaje de El País, se inspiró tras leer un reportaje periodístico que relataba la ejecución de cinco soldados franceses del Regimiento 136 por orden del general Réveilhac que fracasaron en la toma de una colina en Souain como escarmiento para el resto de la tropa. 

El mismo reportaje del diario español describe la obra del autor  canadiense-norteamericano como si hubiese sido escrita «a gran velocidad, para escupir el recuerdo de todo aquel horror (…)habla de la implacable máquina bélica, de la farsa del consejo de guerra, de lo que pasa en las trincheras y en los cuerpos». 

https://www.youtube.com/watch?v=JwvBhIgmt6o

Tengo una cita con la muerte”, Antología de poemas.

Aunque la imagen presuntamente pertenece a la Segunda Guerra Mundial, ilustra el sentimiento del soldado en un conflicto bélico

Muchas obras literarias que se han escrito sobre la guerra han provenido de la pluma de veteranos o periodistas que lograron sobrevivir al horror que le rodea. Esta singular y conmovedora antología tiene la particularidad de que los poemas aparecidos en el libro fueron compuestos por personas que fallecieron en la Gran Guerra. Algunos de ellos ya eran poetas, otros tantos hallaron en las tinieblas del conflicto bélico una vocación a través de su prosa para relatar el infierno vivido. 

La selección reúne los poemas de 21 soldados caídos en combate, acomodados de forma cronológica al desarrollo de la guerra. Por lo tanto, en las obras iniciales se muestra el júbilo y entusiasmo de los soldados por servir a su nación por un ideal, para posteriormente reflejar la angustia, la desesperanza, el pesimismo y la incomprensión en las trincheras (un poema dice: “Hacia el norte, sin cesar, relampaguean y truenan los cañones / a lo lejos, como el oscuro rumor de alguna guerra / ¿Qué hacemos aquí?.

El filósofo y escritor español Ángel Rupérez afirma que “todos son poemas memorables, en el sentido de que han conseguido lo más difícil, atrapar un instante de vida en las circunstancias más incompatibles con la vida, justo cuando la Muerte zumba alrededor de la manera más cruel y despiadada imaginable, en plena batalla, o cuando se avecina el combate, o cuando hay un remanso de paz y se puede recordar la vida perdida, y puede que para siempre (como así fue en todos los casos”. 

Uno de los poemas más reconocidos es el firmado por Alan Seeger, que da título a la antología, «Tengo una Cita con la Muerte«:

Alan Seeger murió en la Batalla de Somme, a los 28 años.

Tengo una cita con la muerte
en una trágica trinchera.
Cuando retorna primavera
regando flores en su viaje,
tengo una cita con la Muerte
bajo su límpido celaje.

Quizá me tome de las manos
y me conduzca a sus arcanos,
ahogando párpados y aliento;
quizá yo mismo pase inerte.

Tengo una cita con la Muerte
sobre un alud penoso y lento,
cuando retorna primavera
regando flores por doquiera.

Dios sabe cuánto más me agrada
entre la seda perfumada,
dormir de amores al impulso,
soplo con soplo, pulso a pulso,
donde hay amenos despertares.

Mas tengo cita con la Muerte,
en noche tétrica y macabra,
cuando se incendian los hogares
y primavera resucita…
y siendo fiel a mi palabra,
no he de faltar a nuestra cita!

Otro de los autores que aparecen en la selección es el considerado Poeta de la Gran Guerra, Wilfred Owen, quien dejó para la posteridad innumerables versos.  Entre los más citados, se encuentra el poema Dulce Et Decorum Est, título que alude a la vieja locución latina “Dulce y Honorable es Morir por tu Patria”. 

Torcidos, como viejos mendigos bajo sus hatos,
renqueando, tosiendo como brujas, maldecíamos a través del lodo,
hasta que donde alumbraban las luces de las bengalas nos dimos la vuelta
y hacia nuestra lejana posición empezamos a caminar afanosamente.
Los hombres marchaban dormidos. Muchos habían perdido sus botas
Pero abrumados avanzaban sobre zapatos de sangre. Todos cojos, todos ciegos;Borrachos de fatiga, sordos incluso al silbido de las balas
Que los cansados cañones de calibre 5.9 disparaban detrás de nosotros.

“¡Gas, gas! ¡Rápido, muchachos!”; un éxtasis de desconcierto,
Poniéndonos los toscos cascos justo a tiempo;
Pero alguien aún estaba gritando y tropezando
Y ardía retorciéndose, como ahogándose en cal viva…
Borroso, a través de los empañados cristales de la máscara y de la tenue luz verde,
Como en un mar verde le vi ahogarse.
En todas mis pesadillas, ante mi impotente mirada,
Se desploma boqueando, agonizando, asfixiándose.

Si en algún sofocante sueño tú también puedes caminar
Tras la carreta en la que lo pusimos,
Y mirar sus blancos ojos moviéndose
En su desmayada cara, como un endemoniado.
Si pudieses escuchar a cada traqueteo
El gorgoteo de la sangre saliendo de sus destrozados pulmones,
Repugnante como el cáncer, nauseabundo como el vómito
De horrorosas, incurables llagas en lenguas inocentes,
Amigo mío, no volverías a decir con ese alto idealismo
A los ardientes jóvenes sedientos de gloria

La vieja mentira: “Dulce et decorum est pro patria mori”.

Wilfred Owen murió a los 25 años, una semana antes de que concluyera la guerra. Su mamá recibió la noticia el mismo Día del Armisticio.

They Shall Not Grow Old”, de Peter Jackson

Jamás Llegarán a Viejos” es un documental histórico dirigido por Peter Jackson que sirve como tributo a los soldados británicos que pelearon en la Gran Guerra. El documento fílmico “reflexiona sobre la experiencia que vivieron lso soldados, quienes son presentados desde el anonimato al que los arrastró la guerra (…) muestra tanto la camaradería en los campos de entrenamiento como el horror de las trincheras infestadas de ratas, lodo y muerte». 

El director neozelandés reveló que para la realización del documental utilizó material de archivo para relatar la historia: filmaciones grabadas en plena zona de guerra; testimonios de los veteranos que participaron en la batalla; ilustraciones; y tomas grupales de los soldados.

“Es conmovedor escuchar el audio de esta batalla horrorosa y a la vez ver a estos hombres en un momento mucho más feliz y pacífico. Pude compilar los testimonios de distintos soldados en distintas batallas de distintos años y crear, con suerte, una sensación muy precisa de la experiencia de combatir en la Primera Guerra Mundial”. 

El periódico Milenio dijo que la obra de Jackson es «uno de los documentales más hermosos que se hayan filmado», pues supone una «sinfonía de retratos que hace justicia al hombre anónimo, pues devela la cara más humana del miedo». 



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