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28 horas para ver a Marc Anthony: la enseñanza de vida de Paola Amezcua

Desde hace muchos años, Paola Amezcua es fanática de Marc Anthony; se considera de las más aguerridas, de las que más interpreta sus canciones y de las que más está pendiente de cada paso que da el boricua.

A partir de que supo que el cantante vendría a Aguascalientes, para presentarse en el Foro de las Estrellas, estuvo buscando por todos los medios la posibilidad de entrar al concierto y vivirlo al máximo.

Trató de juntarse con varios amigos para rentar una mesa en una de las terrazas que se ubican dentro del recinto, además que estuvo buscando la manera de hacerse de un boleto que le permitiera asegurar su acceso, pero no logró su objetivo. Resignada, hasta cierto punto, llegó a considerar que no era el momento de disfrutar a su gran ídolo.

Dos de sus amigas: Paty Soto y Ceci García, la convencieron, tras mucha insistencia, de ir a la presentación de Carlos Vives. Así, desde las 18 horas que comenzaba el acceso al concierto, Paola ya se encontraba en las instalaciones del foro.

Estando en la presentación del colombiano hubo dos sucesos que marcaron el inicio de su aventura: haber visto a quien fuera su mentora de carrera en el escenario y la aparición sorpresa de Marc Anthony con Carlos Vives cuando interpretaba su última canción, por lo que sin pensarlo dos veces tomó la decisión de formarse en la fila, sin imaginar que estaría más de 28 horas esperando para ver al puertorriqueño.

“Nadie quiso ir conmigo, así que estaba en mis manos hacer lo necesario para entrar a verlo”, señala Paola.

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Con el sentimiento y emoción al máximo, Paola no se separó de la fila. Inició conversación con las personas que estaban adelante y detrás de ella, ya que sabía que era crucial entablar contacto de manera respetuosa y amena. Con el paso de las horas la cordialidad se empezó a convertir en una amistosa alianza para sobrellevar la espera. Cuenta que se hizo amiga de una mamá colombiana que estaba con su hija y una chava sinaloense que venía de León.

Recuerda que cada vez que quería ir al baño tenía que pagar los 7 pesos que cobran. Su cena fue una gordita de nata de los puestos. El único momento que salió de la fila fue a las 3:40 de la mañana para conseguir un sleeping bag, silla, almohadas, cobijas y comida para compartir con sus compañeros.

Durmió de las 4:20 am hasta la 7:11 am, en el suelo de la feria, con el sleeping cubriendo toda su cabeza, a mitad del pasillo, con la gente esquivándola, mientras que sus compañeros no lograron conciliar el sueño, por considerar que hacía demasiado frío, aún en plena primavera. Gredeht, su ahora amiga, se mantuvo al pendiente de ella mientras dormía.

Paola comenta que lo que más le impresionó de esta experiencia fue que la organización y el orden de la fila dependió al 100% de los ciudadanos. Durante la noche y la mañana, era muy esporádica la aparición de elementos de seguridad. Fue hasta en la tarde que la policía estuvo más al pendiente.

También refiere que cuando se formó a las 11:30 pm del 24 de abril estaban delante de ella 120 personas aproximadamente, pero a las 11 horas del día siguiente, ya había alrededor de 300 personas antes, toda vez que en un inicio se hicieron dos filas, pero eventualmente la convirtieron en una sola. A juicio de Paola, uno de los problemas a los que se enfrentaron fue que por una persona que se formaba, le apartaba el lugar a muchas más. Por ejemplo, había dos personas que estaban en la fila apartando lugar para dos camiones llenos provenientes de Zacatecas. Para las 3 de la tarde había más de 500 personas delante de Paola.

Como parte de su aventura, y mientras estaba formada, una de sus clientas de León que se dio cuenta de la situación se ofreció a relevarla durante la mañana, lo que le permitió ir a su casa a bañarse, comer algo, para luego retornar. Era tanto el cansancio que tenía que difícilmente podía mantenerse despierta, e incluso tuvo una pequeña taquicardia, pero nada que no pudiera resolverse.

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Toda su travesía la subió a su Instagram: recibió mucho cariño y apoyo de sus contactos. De hecho, y gracias a uno de esos mensajes, Paola se enteró de un giveaway para ganar 1 pase doble de acceso al concierto; decidió participar contando toda su historia, pero lamentablemente no ganó, aunque la gente le expresó de mil maneras su cariño.

Fue a partir de las 4 de la tarde que empezó a sentir que la vida le sonreía, ya que pasaron una serie de acontecimientos que harían que todo su esfuerzo valiera aún más la pena:

1.- Las personas a su alrededor le daban sombra. Un chavo sostuvo una sombrilla por ella, para que descansara un poco.

2.- De la manera más random, mientras estaba afuera del foro, a la altura del Mirage, se topa con una amiga y ésta le susurra que se espere 3 minutos a una llamada. Le marca Karen, otra que es muy su amiga, para decirle que se fuera a la entrada del evento, porque le va a ceder un lugar para que pueda ingresar antes. Paola pasó de estar a 600 personas de entrar, a solo 50.

A las 6 pm abrieron las puertas del foro y por fin logró entrar. Sintió un alivio inmenso y hasta emocionalmente se soltó, ya que estando en las sillas naranjas empezó a quedarse dormida. Sus compañeros la siguieron apoyando, ofreciéndole golosinas y bebidas, lo que la lleva a concluir que se cruzó con gente extraordinaria de gran corazón.

3.- El tercer momento de suerte, fue que logró pasar de estar en las sillas naranjas, de general, a encontrar una mesa en la terraza Jimador Azul. Haber hecho contactos y ser movida hizo que Paola subiera hasta esa gran zona.

4.- El cuarto momento fue que estando en la terraza albiceleste, otra de sus amigas, Mafer, la encuentra y le dice que hará lo posible para invitarla a la terraza de al lado. y así fue, por lo que logró estar aún más cerca del escenario de su ídolo.

Estando en esa zona, Paola, que llevaba ya seis horas de haber estado padeciendo las inclemencias del sol, reflexiona sobre el hecho de que las personas a su alrededor no tuvieron mayores dificultades para acceder como ella, pues ellos con solo mostrar su boleto los escoltaban a su mesa. Paola fue a bailar y cantar a todo pulmón sin importarle lo que pudieran decir.

La tan ansiada hora finalmente llegó: Marc Anthony inició su presentación con la canción “Valió la Pena”, y Paola no pudo contener más las lágrimas de felicidad. Mientras cantaba esa canción, volteó a ver el escenario, a las personas de todas las zonas, a su amiga en la mesa, y la emoción que sintió fue impresionante. Su última reserva de energía y sonrisas salieron durante toda la hora y media que cantó el boricua. Paola había logrado su misión.

Esta historia nos hace reflexionar sobre lo importante que es no dejar de luchar por lo que queremos. Así sea ver a tu artista favorito, estudiar una carrera, no hay que perder de vista el objetivo y trabajar por conseguirlo.

“Bastó la aparición sorpresa de Marc en Vives para que afloraran en mí las ganas de no permitir que nada ni nadie me impidiera verlo. Hice todo lo que estuvo en mis manos. Lo di todo, no dudé de mi decisión y gané. Yo soy la fuerza más grande para alcanzar mis sueños. Mi cuerpo resistió el suelo, los rayos del sol, la falta de comida adecuada, un cansancio exhaustivo, porque nunca perdí de vista mi meta. Mis 28 horas para entrar a un concierto, será la anécdota más fregona para contar, porque resultó mejor que como lo imaginaba en mi cabeza”, concluye.

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