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25 años de lealtad y confianza: Despacho Fiscal Venegas y Loera

De no ser por las casualidades, algunas historias nunca hubieran iniciado. Benjamín Venegas Montalvo y Dora Delia Loera Valdez se conocieron en la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), ella llegó del municipio de Tabasco y él de Guadalupe, ambos con el deseo de cursar la licenciatura en Contaduría. 

La relación entre ambos se desarrolló entre el plano personal y profesional, sus sueños los llevaron a plantear la idea de un despacho propio, pero fue la preparación la que les dio las herramientas para constituirlo. Actualmente el Despacho Fiscal Venegas y Loera es un referente local, nacional e internacional debido a la calidad de sus servicios y la confianza que brindan. 

Después de 25 años de trayectoria no necesitan una carta de presentación, pues se han mantenido en el lugar en el que están gracias a las distinciones que obtienen de la comunidad empresarial, pública y privada. Llegar a la cúspide fue circunstancial, retener su estadía ahí es lo que ha requerido constancia.

Dos fases de la misma historia

El sexto semestre de la licenciatura en Contaduría supuso un reto para la mayoría de los alumnos, por primera vez se enfrentaban a una materia impositiva. Benjamín cuenta que de cada grupo sólo dos lograron pasar la primera prueba; contrario a los demás, para él fue una materia “transparente”, que implicaba sus propios retos. 

A manera de anécdota explica que ese suceso fue transcendental en su trayectoria, ya que empezó a brindar asesorías a sus amigos, luego a los compañeros de grupo y finalizó con alumnos de todo el grado. Como consecuencia de su hazaña, uno de sus compañeros lo recomendó con el contador con el que trabajaba. A partir del octavo semestre dejó la vida estudiantil habitual para empezar a adquirir experiencia en lo laboral.

“Cuando cursaba el noveno semestre me di cuenta que el contador no me estaba transmitiendo sus conocimientos, yo había aprendido todo lo que debía en ese lugar. En décimo semestre un cliente del despacho me buscó para que le llevara la contabilidad, porque decía que le gustaba la calidad del servicio que yo le daba con anterioridad. Me rogó hasta que Dora me convenció”, comentó.

La peculiaridad de ese primer cliente fue esencial para el posicionamiento del futuro Despacho Fiscal Venegas y Loera, pues recomendó a Benjamín con otras personas. A pesar de ser un joven recién egresado y con inseguridades sobre sus conocimientos, Benjamín se dedicó a aprender y tomó cada solicitud como una oportunidad para investigar sobre los rubros.

Al finalizar la carrera tuvo la oportunidad de realizar una especialidad en impuestos. Cursó dos maestrías, una en Derecho Fiscal por la Universidad Autónoma de Fresnillo y la otra en Impuestos en el Instituto de Especialización para Ejecutivos en el plantel Aguascalientes, así como un doctorado en Ciencias de lo Fiscal en el plantel Guadalajara de la misma institución.

Retrocediendo otra vez hasta el octavo semestre, pero desde la experiencia de Dora, ella fue testigo de los primeros pasos de Benjamín en la vida laboral, mientras ella se enfocaba en la académica. Aunque siempre se mantuvo en los primeros promedios, tras egresar tuvo un tiempo de espera antes de su primer trabajo. 

Por recomendación de Benjamín ingresó al despacho de un profesor de la facultad, especialista en costos. Además de cumplir con un horario de 8:00 a 17:00, llegaba a casa a dedicarse a sus propias ocupaciones. Después, consciente de su propio crecimiento y la complementariedad que podría traer al proyecto, optó por realizar la maestría en Administración y participar en diplomados de finanzas.

En un lapso cercano a los dos años en los que estuvo trabajando en el despacho de su ex profesor, Dora aprendió el proceso para hacer una auditoría, lo que la animó a atraer a Benjamín hacia esa área de la Contaduría.

La materialización del sueño

El gran despacho tuvo un inicio a pequeña escala, en el comedor de la casa de Dora. La cantidad de clientes hizo que el espacio les quedara pequeño, así que constituyeron formalmente Venegas y Loera en una oficina en Guadalupe, Zacatecas en 1996. 

Al pasar el tiempo tuvieron que trasladarlo a un sitio más grande. A partir de 2005 cuentan con un lugar que refleja la seriedad con la que se prestan servicios, sin dejar de transmitir confianza.

Dentro de la firma los roles están asignados de manera que cada quien cumple una función, iniciando por los fundadores, Benjamín se encarga de la parte operativa, mientras Dora maneja la parte administrativa. Proceder de esta manera les permitió formar bases fuertes que perduran hasta la actualidad, según afirma Venegas:

“Dora vio que estábamos cubriendo un área importante para las empresas, pero hay otra no menos importante, que es la administrativa y de recursos humanos, que fue en la que ella se especializó”.

Más que un ambiente laboral

Si bien gran parte del desarrollo del proyecto se dio gracias al impulso de sus fundadores, también ha influido el apoyo que han obtenido en sus familias y la colaboración con el equipo de trabajo. Ambos concuerdan que «el crecimiento llega del empresario, pero al empresario lo forma su gente», así que al integrar nuevos elementos los alientan a superarse.

Para formar parte de Venegas y Loera es necesario pasar un filtro donde se evalúan el nivel de responsabilidad, disciplina y superación que buscan al ingresar. Debido a que el despacho se rige bajo una filosofía que prioriza el crecimiento con base en rasgos específicos, los trabajadores se encuentran en constante capacitación interna y externa.

“El equipo fluctúa entre 40 y 50 miembros, al día de hoy el 70% cuentan o están terminando con la maestría. Quienes se incorporan quieren estudiar y se les apoya ”, precisó Benjamín.

Asimismo, tras la incorporación de instancias internacionales a la cartera de clientes, se han añadido clases de inglés a las tareas cotidianas, con el objetivo de afianzar los conocimientos con los que ya contaban. 

Las pautas del éxito

El posicionamiento de una firma local a nivel internacional está marcada por diversos factores. Es claro que el profesionalismo sobresale en la lista, pero no es lo único que ha servido a Venegas y Loera. Lo que ha sido indispensable durante los 25 años de trayectoria son tres alianzas estrategias: 

Uno de los pasos más importantes que se dieron fue la incursión en la Asociación de Contadores, de tal forma que en 2008 Benjamín llegó a ser el presidente del Colegio de Contadores de Zacatecas. Otro momento equiparable en importancia es cuando llaman a Benjamín para ser integrante de la Comisión Nacional del Instituto Mexicano de Contadores Públicos, representativo ante las administraciones Generales de Fiscalización del SAT, el cual considera un reconocimiento más a su labor que a su persona.

Actualmente el Despacho Fiscal pertenece a RTC NET Consulting, que contiene firmas de diferentes estados de la república, que a su vez tiene alianzas con abogados y despachos de especialidades varias. Tener esta cercanía con ámbitos complementarios sustenta servicios integrales. 

Al tener clientes de instancias públicas y privadas, locales, nacionales e internacionales, ha sido un reto mantener los estándares invariables. El nivel de responsabilidad al que están acostumbrados los motiva a prepararse, llegar a un punto medio tras los comparativos de las formas que se usan en México y otros países.

“Los clientes internacionales nos han llevado a indagar todo lo que se necesita, prepararnos de acuerdo con las formas que traen las empresas. Siempre buscan darle mejor a sus trabajadores pues creen que lo correcto es retribuirlos”, explicó Dora.

La consistencia del segundero

25 años después de haber iniciado, Venegas y Loera encuentran cada día el aliciente para seguir trabajando. A pesar de que el presente les ha jugado en contra con la contingencia sanitaria, se han mantenido trabajando porque son esenciales para la estructura social, han incorporado medios sofisticados, software que les permite atender a sus clientes vía remota y estrategias para cumplir con los requisitos de la nueva normalidad. 

Al ser un área en la que las cosas cambian a cada momento es difícil establecer metas estáticas. Se trata de trabajar cada día bajo los mismos principios y hacer planeaciones periódicas. Según dicen los contadores, el tiempo pasa a una velocidad imperceptible en la que se deben adecuar las necesidades a las exigencias cotidianas.

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