En estos últimos meses, los sucesos que han ocurrido y que atañen a la comunidad mundial, podrían validar la hipótesis de que la historia es cíclica. Si bien nos encontramos en pleno siglo XXI; muchos de los discursos, fenómenos políticos, sociales y económicos parecieran acercarse a lo ocurrido en las épocas de la posguerra a mitad del siglo XX.
En la actualidad, han surgido distintos “nacionalismos” que parecían extintos después de la Segunda Guerra Mundial o desde la desintegración de la Unión Soviética. Fenómeno, acompañado por lo regular de discursos populistas, demagogos y por ende sin ningún sustento más que ideológico y xenófobo. Incluso explicaría por qué Latinoamérica ha estado condenada al subdesarrollo. Sin embargo, hoy es una amenaza latente dentro de la comunidad Europea, así como de los principales actores de la geo-política mundial.
Es relevante concentrarnos en las acciones que parecieran exclusivamente dirigidas a México por parte del nuevo inquilino de la Casa Blanca en Washington y no perder la oportunidad de reflexionar, acerca de la agenda pública que debemos atender en México para fortalecer al país y no depender en totalidad de nuestro vecino del norte.
Los temas que necesitan atención urgente, en lugar de ser desplazados por temas externos son:
- El establecimiento del Sistema Nacional Anticorrupción, su estandarización y consolidación hasta el último municipio de México.
- Seguir implementando mejoras al Sistema de Justicia en México, para que los delitos del fuero común, así como procesos acordes al contexto y la realidad de muchos mexicanos.
- Urge realmente un Presupuesto Base Cero, el cual a pesar de la autonomía de cada Estado, éste sea la referencia para un correcto y eficiente uso de los recursos de los contribuyentes en los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, desde lo Federal hasta lo local.
- Renovación de la administración del Poder Judicial, puesto que tenemos un Sistema de Justicia deficiente y muy costoso.
- Mejorar la política económica y educativa para que de la mano puedan surgir acciones concretas en el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas.
En conclusión, urge que se tracen los lineamientos para poder renovar al Estado mexicano, para dejar de “quebrar” empresas estatales para después venderlas a precio de remate a particulares; dejar de ser un país de rentas exclusivas para un reducido segmento de la población, sino más bien un país reformado, moderno, menos corrupto, con mejor imagen y con ello una mejor política económica y fiscal. Todo esto significaría una mejor política exterior, donde llevemos a cabo el liderazgo natural que hemos descuidado con Latinoamérica y asegurar mayores opciones ante discursos proteccionistas y hostiles directos hacia nuestra nación.